lunes, 27 de abril de 2009

VIDEOS QUE TODO EL MUNDO DEBERIA VER: Capítulo 2

Queridos lectores hoy me quise dedicar a hacer que sus corazones den un vuelco con este artículo. Un amigo mío me hizo recordar mi infancia y no pude contenerme así que comencé a buscar "intros" y "openings" de muchos programas que me alegraron mi infancia. Desgraciadamente no pude encontrar ni publicar todos los que quería, pero hice el intento. El único orden que tienen los videos es el orden en que me acorde de ellos. Bueno, ¿Preparados para recordar conmigo? Pues adelante entonces:

Dragon Ball/ Dragon Ball Z:

También sin comentarios. Publicado en la revista "Shonen Jump", original de Akira Toriyama. Dragon Ball: 253 episodios/Dragon Ball Z: 291 episodios.





El Príncipe del Rap:

Will Smith... No decir más sobre la calidad del programa. Serie de Estados Unidos. Seis temporadas, para un total de 148 episodios.



Caballeros Del Zodiaco:

114 caps de la original, más OVAS.



Pokemón:

Todo ser humano vió esta serie alguna vez, así que me ahorraré los comentarios aquí también. 589 Episodios.



La Máscara:



Beetlejuice:

Con nombrar a Tim Burton como uno de sus creadores, ya se imaginarán lo alocada que es esta serie animada. 109 Capitulos.



¿Le Temes a La Oscuridad?:

Historias de "La Sociedad de la Medianoche", ¿a alguien le suena esta frase?: "Someto a la aprobación de la Sociedad de la Medianoche, esta historia a la que llamo...". Género: Terror. 91 Episodios.



Hey Arnold:

Serie de Estados Unidos. Cinco Temporadas, para un total de 100 Episodios.



Kenan y Kel:

Interpretada por Kenan Thompson y Kel Mitchell. La voz del opening es del famoso rapero Coolio. ¡Soda de naranja! JAJAJA ¡Una verdadera obra de genios de la comedia! Cuatro Temporadas, para un total de 63 Episodios y una Película.



Vaca y Pollito:

En mi memoria REALMENTE quedó grabada la siguiente frase: "¡SUPERCOW TO THE RESCUE!". 52 Episodios.




Lástima que no pueda publicarlos todos. Recordemos Catdog, Los Castores Cascarrabias, Samurai X, Doug, Leyendas del Templo Escondido, Pete y Pete, 3 amigos y Jerry, Rocket Power, El autobus Mágico, Clarissa, Bob Esponja, Sabrina, La Bruja Adolescente, Slam Dunk, Aventuras en Pañales, Invasor Zim, Poochini, Ren y Stimpy, Supercampeones, La vida moderna de Rocko, La Garrapata, Kablam y muchos, MUCHOS más... ¡Gracias por mejorar nuestras vidas!

Por favor dejen sus comentarios. Se aceptan sugerencias, críticas y cualquier tipo de comentario. Gracias de antemano.

lunes, 20 de abril de 2009

VIDEOS QUE TODO EL MUNDO DEBERIA VER: Capítulo 1

He aquí una nueva sección. Este primer capítulo lo dedico a SUSAN BOYLE.

Susan Boyle es una escosesa sencilla y humilde que ha recibido un don divino: la voz de un ángel. Fue prácticamente obligada a presentarse en el concurso "Britain´s Got Talent" y al pararse frente a aquel numeroso público y aquel exigente jurado causó burlas entre los presentes, quizás por su look tildado como "señorial". Además, cuando indicó su edad, su estado de desempleada y su sueño de llegar a ser una cantante profesional como Elaine Page, nació en el público una serie de risas descaradas, burlonas e incrédulas. Sin embargo apenas Susan abrió la boca para interpretar "I Dreamed a Dream" (de "Los Miserables") las risas se apagaron y todos quedaron boquiabiertos (incluido Simon).

Tras la maravillosa interpretación exclamó: "Estoy alucinada, completamente alucinada". También dijo que quiere "que la gente vea mi verdadero yo, a la persona verdadera" y que "mantengo los pies sobre la tierra, porque tienes que hacerlo". Asegura ser la misma Susan Boyle humilde, normal y corriente, la misma Susan Boyle que nunca ha sido besada.

Sin más que decir, les dejo el link de este vídeo tan espectacular (por favor observen cuántas reproducciones tiene), sé que estarán a punto de derramar lágrimas tras oirlo:

SUSAN BOYLE - I DREAMED A DREAM


miércoles, 15 de abril de 2009

Pueblo de Cultos - Capítulo 12


Habían pasado más de tres horas desde la salida del sol y Phillips no había vuelto con sus compañeros de trabajo, así que éstos decidieron ir en su busca. Vince Colleman fue quien se dirigió al establo de Lacey, él sabía que Harrison estaba muy interesado en ese lugar. El sol calentaba con fuerza aquella mañana, así que el policía aceleró el ritmo de sus pasos.

En el camino hacia el establo no había nadie, y eso hizo que Colleman se preocupara más por su jefe así que aceleró aún más su paso. Algo no estaba bien, Phill siempre era muy exacto con su trabajo, puntual, cumplidor y apegado a las normas. Se suponía que él despertaría a otro subordinado para que le hiciera relevo en la vigilancia, mas no lo hizo. Mientras trotaba, pensaba: "¿Dónde se habrá metido ese anciano curioso?". Sin embargo Harrison no era ningún anciano pues tan sólo acababa de cumplir los treinta y cinco. A un hombre entrenado y con tan buena condición no podría haberle sucedido algo tan grave, pensaba él. Pero su pensamiento se equivocaba.

Colleman llegó a la entrada del establo y sus ojos percibieron una imagen bastante perturbadora: todo el suelo estaba teñido de un vinotinto oscuro, sobre ese gran manto de sangre yacía el cuerpo incompleto de Phillips Harrison. Vince ahogó un grito de sorpresa y se agachó frente al cadáver para observarle bien. Definitivamente era su jefe, aunque estuviese decapitado aún podía reconocerle. Se levantó, se persignó y alzó la vista para revisar la zona del crimen. No parecía haber más rastros, pero tras pensar eso notó algo llamativo: en las puertas del establo estaba escrito con sangre seca las siguientes palabras:

-"KEIN MENSCH KANN BEURTEILEN UNS"

-¿Qué demonios?- preguntó Colleman en voz alta.




Jack Prince se paseaba por el mercado a las doce del medio día. Era un hombre que no alcanzaba los treinta años de edad. Fornido, alto, radical y orgulloso a más no poder. No aceptaba la idea de que el Estado enviara a otros hombres para hacer el trabajo que le correspondía a él, un trabajo que él solo desempeñaba maravillosamente (según su propio criterio). El día anterior había conocido a ese tal Phillips Harrison, aquel detective que habían contratado para entrometerse en su deber, mientras registraba el establo Lacey:

-Buenas tardes, caballero- saludó cordialmente Phillips.
-Sí. Buenas tardes.
-Usted es el encargado de vigilar este pueblo, ¿ha notado usted algo con lo cuál pudiésemos sospechar?
-Usted lo ha dicho, soy el encargado. Y lo único que ha pasado fuera de lo normal aquí fue la llegada de ese tal McSerius y su hijo.
-¿McSerius, dijo?
-Así es. Creo que es un importante empresario de la capital, ya que alquiló la finca de la señora Dusserhoff y ella cobra muy caro el hospedaje. De hecho, hace años que nadie se queda allí.
-Ya veo. ¿Y cómo se ha portado el pueblo con él?
-Supongo que bien, aunque no somos fanáticos de los turistas. Por eso es muy extraño que llegue alguno aquí, y cuando lo hacen, lo notamos de inmediato.
-Entiendo. La vida aquí es tranquila, al parecer.
-Correcto, hasta que llegan visitantes incómodos que le estropean a uno el trabajo...
-Explíquese.
-Olvídelo, divagaba. Si me disculpa, continuaré con MI trabajo.
-Adelante, yo proseguiré con el mío.

Jack se disponía a abandonar el lugar, pero recordó algo más y llamó a Harrison:

-¿Sí?- preguntó el detective- ¿Puedo ayudarle en algo más?
-Sólo un último detalle. En estos días un chico de veintiséis años fue atacado en la noche en su propio hogar.
-¡Interesante! ¿Podría decirme algo más al respecto?
-Sí. Le atacaron con un arma de fuego en su cama. Un revólver. El criminal huyó creyendo que lo había matado, pero pudimos salvarle. Está de reposo en el hospital.
-¿Un revólver? Ya veo. ¿Cuál es el nombre de la víctima?
-No lo recuerdo. Sólo sé que su apellido es Gutiérrez.
-¿Un extranjero, tal vez? Está bien. Le visitaré mañana. ¿Alguien más sabe algo acerca de ese asunto?
-No. No fue reportado aún y la víctima no desea que lo hagan.
-Así que hay un asesino en este pueblo... ¡Interesante!
-Primera vez en este pueblo que se presenta un incidente con armas de fuego. Están prohibida la entrada de armas aquí y en este aspecto siempre hemos sido muy estrictos y cuidadosos. Además, un revólver... Es extraño, no podrías comprar uno cerca del pueblo.
-¿Sospecha usted de McSerius?
-Precisamente.
-Yo igual, caballero.
-Ahora sí, continuaré con mi deber.
-¡Magnífico! Gracias por la información.
-No hay problema.

Jack aún no sabía exactamente porqué le había ayudado. Pensó: "si ese imbécil resuelve el caso se llevará todo el crédito y nadie me reconocerá nunca como la importante figura de autoridad que quiero ser". Y estaba en lo cierto. Harrison era un detective altamente conocido en el país, mientras que Prince se encontraba confinado en aquel pueblo. Su mente cavilaba, y mecánicamente sus pies le llevaban a lo largo del mercado, hasta que llegó al final y decidió echar un vistazo a la finca Aguas Claras para hacerle unas cuántas preguntas a ese McSerius.




Jhon estaba sudando demasiado, ya que el camino se había vuelto difícil de cruzar.

-¿Aún falta mucho, anciana?
-Así es.

Clarisse mantenía ritmo firme. No se quedaba atrás, a pesar de su aspecto delicado era una mujer muy fuerte y resistente. McSerius admiró eso, pues a él sí le estaba costando un poco seguir andando con esa velocidad bajo aquel sol tan brillante, pero sabiendo que sus quejas no obtendrían respuesta alguna, no le dijo nada y se limitó a continuar andando.

Pasaron más de veinte minutos y Dennis no había explicado sobre la enorme roca en la entrada de su establo. Jhon notaba ese detalle, pero no decía nada; tarde o temprano ella se explicaría y él lo sabía y prefirió no presionarla, se le veía muy nerviosa. El calor aumentaba rápidamente y el sol se volvió una verdadera molestia: a Jhon le comenzó a picar la piel. Además habían demasiados mosquitos en aquel camino pantanoso, hasta el punto de que les atacaban los brazos y las piernas a la vez.

-¡Carajo!- se quejó el hombre- ¡VOY A ENLOQUECER SI NO LLEGO A ALGÚN LUGAR PRONTO!
-¡Sí que te quejas bastante!- reclamó la anciana- ¡Ojalá así sea y yo te pueda abandonar en este lugar, A TÍ Y A TUS LOCURAS!
-Mire quién llama loco a quién...
-Tú mismo dijiste que enloquecerías si...
-Ya lo sé, pero aún no estoy loco.
-O eso es lo que tú crees...

Jhon notó en ella cierto relajo, pero tan sólo fue temporal, porque en seguida su rostro expresó extrema incomodidad nuevamente.

-Si quiere podemos detenernos- sugirió Jhon, realmente deseaba descansar unos segundos y tomar un buen respiro.
-No hace falta- respondió la anciana- Ya vamos a llegar.
-¡Al fin!- agradeció el hombre, molesto-. Pero ¿a dónde vamos a llegar? ¿A la selva tropical del “Amazonas”?
-¡Cállate! Ya estamos aquí.

Frente al trío se alzaba la entrada a una cueva que parecía adentrarse más y más hacia el centro de la tierra. Lo mismo que en otras ocasiones, McSerius dudó de la salud mental de la anciana.

-¿Esto es lo buscábamos?- preguntó el muchacho- ¿No era el hogar de un amigo tuyo?
-Así es- aclaró la mujer-, aquí vive.

Antes de que el hombre tuviese chance de reprochar algo, un rugido feroz y temible llenó el ambiente. Clarisse se aproximó más a Jhon. Los tres adultos movieron sus ojos en la misma dirección: de la entrada de la cueva salía un animal enorme. Éste exclamó otro rugido, haciendo que la muchacha apresara el brazo derecho de McSerius, quien se había quedado paralizado al presenciar la sorpresiva aparición de aquella fiera. Jhon jamás había estado ante un tigre, mucho menos frente a uno tan voluminoso. Su pelaje lucía magnífico: blanco perlado y negro azabache contrastaban en armoniosa simetría mientras un azul cielo teñía el iris de sus ojos. Un tigre hermoso, pero fiero...




BlackJASZ

jueves, 9 de abril de 2009

Pueblo de Cultos - Capítulo 11


La luna ya se estaba escondiendo pero aún iluminaba el campo, aunque muy levemente. Jhon McSerius apreciaba la escasa luz que ésta esparcía en algunos rincones del bosque, porque su linterna ya no funcionaba. Un pequeño claro se encontraba entre él y aquella figura oscura que no lograba distinguir pero que se acercaba muy lentamente hacia la luz. El joven tan sólo la observaba mientras avanzaba poco a poco, estaba aterrado y no podía moverse, ni siquiera parpadeaba.

Una gota de sudor frío recorrió la frente del hombre, cayó por su nariz y se alojó en su pecho, donde muchas otras gotas de temor le hacían compañía. La neblina se apoderó rápidamente del bosque, pero McSerius no se fijaba en ese detalle, toda su atención se concentraba en la sombra andante. Pero lo que los ojos de Jhon vieron cuando ésta se asomó en la penumbra fue más hermoso que lo él que esperaba: una muchacha muy joven, de grandes pechos y perfecta figura se le aproximaba. El hombre permaneció quieto, estaba muy sorprendido por haber encontrado una mujer tan esbelta en medio del bosque nocturno. Ella se le aproximó más y más, hasta que ambos distinguieron el rostro del otro. La chica que siempre lo vigilaba desde lo oculto estaba frente a él.

-¿Quién eres?

Ella no respondió. Sólo se limitó a contemplarlo.

-¿Quién eres y porqué estás aquí, en medio de la nada?

La joven no contestaba a sus preguntas. Jhon se le acercó un poco más y se fijó en sus ojos, que eran más oscuros que la noche. Ellos reflejaban tristeza y mucho dolor, pero había algo más en ellos, algo que no alcanzaba a identificar. La mujer se acercó un poco más al hombre. Estaban tan próximos que la respiración de ella acariciaba el húmedo pecho de él. McSerius estudió el rostro de la muchacha, le recordaba mucho a su esposa Alice.

-Por favor, dime tu nombre.

La muchacha no dijo nada, pero levantó una mano y le acarició la mejilla derecha al joven. Su rostro no tenía expresión alguna. Jhon le tomó la mano y se arrodilló ante ella, luego abrazó sus suaves piernas y comenzó a llorar. La mujer no sabía porqué estaba tan afligido, sin embargo derramó una lágrima y dejó que el hombre sufriera en silencio mientras se aferraba a sus muslos.

-Alice, nuestro hijo...- dijo Jhon minutos después a su esposa, quién no se encontraba allí- No lo encontré Alice... Debe estar asustado en algún lugar oscuro ¡pobre pequeño! Lo siento mi amor, lo siento...

Así pasaron varios minutos, y el cielo palideció sobre ellos. Finalmente Jhon soltó a la mujer y ésta se sentó. Ambos se miraron a los ojos, los de ella eran profundos y brillantes, y los de él preocupados y cansados.

-¿No me vas a decir tu nombre?

La mujer siguió sonriendo, en silencio.

-Está bien. De todas maneras me presentaré. Mi nombre es Jhon McSerius. Soy un empresario que vino a estas tierras a descansar por un par de semanas. Ayer desapareció mi hijo y no lo he podido encontrar. ¿Le has visto? Es un niño pequeño, idéntico a mí.

La joven ya no sonreía, pero tampoco le contestó al hombre.

-Por favor, dime si lo has visto. ¡Es muy importante!

La chica no se movió.

-Es inútil. Seguramente eres muda. Fue un placer conocerte, misteriosa mujer. ¡Me largo de este endemoniado bosque!

McSerius se levantó y cumplió con lo que había dicho. Ella le observó mientras se marchaba y le siguió.

-No me persigas más.

Ambos continuaron avanzando hasta salir al campo abierto. De alguna manera, Jhon había vuelto a la finca. Al ver que la mujer permanecía tras él, le gritó:

-¡DEJA DE SEGUIRME! ¡ESTÁS LOCA!

Ambos siguieron caminando hasta llegar a la entrada de la casa. El hombre entró y le cerró la puerta a la muchacha justo antes de que ésta le alcanzara. Dennis se acercó a él y le preguntó:

-¿Qué sucedió?- sus ojos estaban rojos, era obvio que había pasado la noche en vela.
-Nada.
-¿Y el niño?

Jhon negó con la cabeza, señalando que no lo había conseguido. La anciana comprendió su dolor y le abrazó unos segundos.

-Vayamos al mercado y preguntémosle a los vendedores- sugirió la mujer-, capaz le han visto corriendo por ahí.

Cuando salieron de la casa vieron a la chica que persiguió a Jhon. Seguía parada frente a la puerta, como si hubiera estado esperándoles.

-¿Clarisse?- preguntó Dennis- ¿Qué haces aquí parada, mi amor?
-¿Clarisse? ¿Así que ése es tu nombre?- susurró McSerius.
-¿Dijiste algo?- preguntó la mujer mayor.
-No, anciana.
-Señorita- le corrigió Dusserhoff-. ¿Clarisse te encuentras bien?

Como de costumbre, no respondió.

-¿No será muda?- preguntó Jhon.
-No, no... No lo sé. Solía hablar demasiado, pero desde hace unos días no pronuncia palabra alguna.

Dennis se acercó al hombre y le susurró al oído lo siguiente:

-Perdió a su padre y Kurt, su marido, desapareció.
-Ya veo. ¡Pobre chica!

A pesar de que secreteaban en su presencia, Clarisse les miraba con indiferencia.

-Lo siento cariño- se disculpó la mujer mayor-. Vamos Jhon, aprovechemos que es temprano.
-Sí.

Se disculparon nuevamente con Clarisse y se dirigieron al mercado. La chica les siguió y al darse cuenta la esperaron. Fue entonces cuando Dennis alzó la vista y divisó algo que no veía en muchos años. Jhon notó que la anciana tenía una expresión de espanto, así que le preguntó:

-¿Dennis, qué ocurre?

Pero ella no le respondió, en lugar de esto corrió hacía una piedra enorme que estaba bloqueando la entrada de su establo. Los dos jóvenes la siguieron. La gran roca tenía dibujaba una enorme salamandra de cuerpo negro y ojos dorados.

-¿Qué dem...?- comenzó a preguntar Jhon- Eso no estaba aquí ayer.
-La Salamandra Negra...- susurró la anciana.
-¿La qué?- preguntó el hombre.
-¡OH! ¿Jhony, porqué a ti? Rápido, vengan conmigo.
-¿Que significa esto, Dennis?
-Te explicaré en el camino- y corrió hacia la entrada de la finca. Los jóvenes la imitaron.

Minutos después habían abandonado Aguas Claras, pero ya no se dirigían al mercado.

-Disculpe anciana- mencionó Jhon-, pero creo que nos equivocamos de vía.
-No nos equivocamos de vía- aclaró Dusserhoff-. Ya no vamos al mercado, visitaremos a un viejo amigo mío...




BlackJASZ

martes, 7 de abril de 2009

Pueblo de Cultos - Capítulo 10


Phillips Harrison estaba muy intrigado por el caso que le habían asignado. Era un detective estupendo, muy valiente e inteligente. Casos extraños y macabros como el de ese pueblo eran su pasión. Cada vez que era enviado a resolver un problema complicado en tierras diferentes a la suya recordaba el mejor caso de su vida y la adrenalina volvía a correr por sus venas, pero tarde o temprano debía volver a la actualidad, despertando de sus recuerdos.

Aquel pueblo tenía una maldición: un criminal demente, y justamente Phill era el encargado de encontrarlo y encerrarlo tras las rejas(o al menos en un manicomio).

La noche cayó y Colleman, uno de los policías de El Estado, llamó a Harrison para advertirle que su turno para vigilar el campo había llegado. El detective aceptó de buena gana, así que se dirigió al establo que perteneció a Lacey. No sabía exactamente porqué, pero sintió que debía revisarlo nuevamente. Mientras caminaba alzó la vista al cielo y observó con cariño el resplandor de la luna llena y de sus primas, las estrellas.

-Ojalá ilumines todas mis noches, vieja amiga- le rogó a la luna.

En las noches de aquella zona hacía mucho frío, por lo tanto el agente se apresuró a llegar al establo. Éste se alzaba amenazante en una pequeña colina. Phill avanzó hasta las enormes puertas y las abrió lentamente. Encendió su linterna y sus ojos recorrieron el interior del lugar. Estaba vacío, excepto por un montón de paja amontonada en una esquina y varios cajones que dormían tranquilamente. El interés le movió hacia los cajones y uno por uno les revisó sin encontrar nada. Luego registró los montones de paja y creyó que perdía su tiempo, entonces el haz de luz se enfocó en una minúscula mancha rojiza en el marco de la ventana principal. Una sonrisa de triunfo se asomó en su boca y salió del establo.

Con ayuda de su fiel linterna, y de su ojo entrenado, consiguió un sutil rastro de sangre que lo guió hasta una seca planicie. En medio de ella algo pequeño sobresalía de la tierra y el detective se le acercó. Su tamaño parecía ser menor al de una olla. La intuición guía y la experiencia enseña: con las manos removió la tierra y encontró algo sorprendente: era una cabeza humana. Dio media vuelta y corrió de vuelta al establo. Al llegar allí un lobo gris y enorme surgió de entre las enormes puertas y miró de manera intimidante a Phillips. Sus ojos eran claros, pero al iluminarlos con la linterna se tornaron rojos como la sangre.

-¿Un lobo?- susurró- ¡No hay lobos en estas tierras!

El animal le respondió aullando fuertemente. El detective dio un paso hacia atrás y tropezó con algo más grande que él.

-¿Qué dem...? ¿Quién eres tú?- le preguntó a la alta figura, pero ésta no le respondió jamás- ¿Qué haces? Soy un detect...

Pero no llegó a terminar la frase. Entonces Phillips Harrison exhaló su último aliento...



El siguiente tramo de la historia ocurrió simultáneamente:


-¡Demonios!- se quejó Jhon-¿Dónde se metió ese niño?

Salió de la habitación y dejó sola a la anciana.

-¡Jhony!- gritó en la puerta de cada uno de los cuartos de la finca, pero nadie respondió a sus llamados.

El preocupado padre subió a su habitación y le dijo a la mujer:

-No está en la casa, voy a buscarlo afuera.
-¿Afuera? Mira hacia el cielo, está oscureciendo.
-Precisamente por eso es que voy a buscarlo.

Tomó su linterna y se fue. Afuera comenzaba a hacer más frío del que se podía tolerar sin abrigo, pero esto sólo consiguió apurarlo más. Aunque no había fumado en varios años, encendió un cigarro, que robó a la anciana. Mientras la primera bocanada de humo inflamaba sus pulmones, Jhon accionó la linterna y comenzó a andar en la creciente oscuridad. Miró hacia los lados y como el terreno era demasiado amplio no supo por dónde iniciar su búsqueda.

-¿Jhony?- llamó con energía.

El silencio lo hirió en lo más profundo de su corazón. Adolorido, marchó hacia la tenebrosa noche, que lo llamaba en afonía. A medida que avanzaba, el seco césped crujía bajo sus pies y el congelado viento le ofrecía resistencia.

Las sombras finalmente cayeron en su totalidad y el pequeño niño no había aparecido. El hombre se dirigió al riachuelo y se detuvo a observarlo unos instantes: la luna llena se reflejaba en las claras aguas y la forma que tenía le recordaba a un bello rostro femenino que lloraba muy tiernamente. Levantó la mirada, sonrió a las fulgurantes estrellas y, con esperanzas renovadas, continuó recorriendo su camino.

Pocos metros más adelante encontró el cadáver de Pequeña. Las moscas y otros insectos le rodeaban. ¡Pobre animal abandonado por las circunstancias! Hasta entonces no le había visto, así que se asomó en sus restos: su estómago estaba completamente abierto y de su sangre no quedaba rastro, ni siquiera en el pasto. Jhon hizo una confusa mueca y se dirigió al enorme bosque.

Las copas de los árboles se juntaban en lo alto, apagando las luces del cielo. Jhon se sentía incómodo pero debía recorrer todo el terreno. La escasa luz de la linterna ya no le parecía suficiente, pero era lo único que tenía. Prosiguió con paso firme pero inseguro. Los grillos y las aves nocturnas le observaban con cautela y cantaban para espantarle, pero era un hombre fuerte con mucha determinación: su hijo estaba desaparecido y debía encontrarlo tan pronto como fuera posible, pues la noche era un peligroso enemigo y quería regresar a su hogar con su pequeño salvo.

Un lobo aulló, no muy lejos de donde se encontraba el hombre. Al joven se le estremeció el cuerpo, pues temía a los lobos.

Jhony no aparecía en ninguna parte del bosque, así que su padre comenzó a pensar en salir de aquella oscuridad tan tétrica. Pero no podía, no debía salir hasta haber buscado en todos los rincones de aquel terrible sitio.

Llevaba más de una hora andando entre árboles (o eso le pareció a él) cuando sintió que le observaban. Escuchó que alguien se movía cerca de él, pero no le veía.

-¿Jhony? ¿Estás aquí?

Los árboles se sacudieron con violencia, haciendo que el corazón del hombre diera un vuelco.

-¿Jhony?- volvió a llamar.

El hombre miró a los lados y advirtió que una figura huía, entonces decidió seguirla. Ambos corrieron a lo largo del bosque, dando incluso algunas vueltas. Minutos más tarde, el hombre llegó a un claro y se detuvo. Estaba perdido. Ya no escuchaba los pasos de aquella sombra que perseguía, pero la sentía respirar entre los árboles. La luz de la linterna comenzó a parpadear y McSerius sintió que el pánico le acariciaba las mejillas. Las tinieblas devoraron la luz y dejaron a Jhon sólo con la silueta que buscaba alcanzar. Ambos permanecieron quietos en la oscuridad, como si se observaran mutuamente. Pronto la figura avanzó hacia el hombre, que comenzó a aterrarse...




BlackJASZ
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