viernes, 28 de mayo de 2010

Pueblo de Cultos - Capítulo 16

McSerius se puso de pie para devolverle a Eduardo el daño recibido. Mas cuando se acercó a éste, Lucy rugió sonoramente, desde afuera.

-¡Quietos los dos!- gritó el anciano, observando molesto a ambos jóvenes, que en seguida se quedaron tranquilos.

-¿A qué se refiere con sus "amiguitos"?- disparó Jhon.

El hombre mayor le miró a los ojos, evaluando su determinación.

-¿Buscarás a tu hijo cueste lo que cueste?
-Sí- respondió con aplomo-. Para eso estoy aquí.
-Bien. Tomen asiento, hijos míos.

Sentóse entonces en el sillón de la sala y explicó a Jhon:

-A tu alrededor hay influencias oscuras. Estás siendo llamado por los cultos. A causa de ello tu hijo desapareció. Me parece que fue tomado para llevarte a otro mundo a la fuerza: el Mundo de Cultos Ocultos. Debes cruzar el umbral de lo que acepta tu mente como real y abrir tus ojos a una realidad más amplia, plagada de elementos cuya existencia ignoras ahora, pero que están allí, y aquí, y en todas partes. Puedo ver que estás destinado a formar parte de todo esto.
-Sigo sin entender muy bien. ¿Cómo puede ver todo eso? ¿Y saber todo lo que ha adivinado, como por ejemplo que yo volvería aquí? ¿O lo de su hijo?
-Eso es porque tengo facultades y dones especiales.

Entonces los ojos del anciano se inyectaron fugazmente de sangre, tiñéndose posteriormente y en su totalidad de un color dorado, sumergiendo en oro sus iris y pupilas. Le dedicó a McSerius una sonrisa burlona. El joven se exaltó y se levanto de su asiento, luego volteó hacia el que poco antes había llegado, y éste le devolvió el gesto, con ojos idénticos a los de su padre, pero rojizos. Todos se pusieron de pie entonces, y ambos familiares preguntaron al unísono:

-¿En qué crees, Jhon McSerius?
-¡Ahora no sé en qué demonios creer!- exclamó, asustado, dando un paso atrás.

Las sonrisas de los Gutiérrez se expandieron ampliamente, después sus miradas volvieron a sus tonalidades habituales. Tomaron asiento, pero McSerius se quedó de pie, asombrado aún y con el corazón latiendo fuertemente.

-Si quieres volver a ver a tu hijo, deberás formar parte de nuestro mundo-expuso el anciano.
-Aún no veo que relación tiene todo esto con mi muchacho.
-La Salamandra Negra de Ojos Dorados es un culto, uno de muchos. Es liderado actualmente por Moloch, primo de Osiris, el bisnieto de Draamen. Estos individuos son muy fuertes, y su jefe aún mucho más. Por alguna razón se llevaron a tu hijo. Y viendo la oscuridad a tu alrededor, probablemente es porque él sería un creyente altamente dotado. Si es así, les sería útil criarlo.
-¿Y eso a qué se debe?
-Guerra entre cultos. Hace mucho que éstas terminaron, gracias al más poderoso brujo de la historia, el creador y dueño de "Obelisco, El Atormentador", un ente extremadamente maquiavélico. Este mismo sujeto fue el más poderoso líder de La Salamandra Negra de Ojos Dorados. En fin, el hecho es que aunque terminaron, aún hay conflictos entre los diversos jefes, pues están en busca de aquel elemento que hizo tan invencible al ya mencionado sujeto que dio fin a las batallas. Pretenderán que tu hijo les ayude.
-¿Y cómo puedo evitar eso?
-Mi hijo Eduardo es creyente de dicho culto.
-¿Qué?- se alteró éste- ¿Yo qué?
-Me debes un favor, recuérdalo. No pienses que lo he olvidado. Pues te exigiré que cumplas con tu deuda: guía a Jhon hasta su hijo.
-¡Ni loco haría eso! ¡Olvídalo!
-Conoces el pacto. No te debes negar.
-Padre, ¿por qué te empeñas en que lo ayude?
-Por un favor que le debo a Dennis Dusserhoff. Además- añadió observando inquisitivamente a McSerius-, tengo curiosidad en saber qué tan lejos puede llegar este joven.
-Está bien-aceptó de mala gana el hijo-. Hagamos el ritual de una buena vez.
-¿Qué?- preguntó Jhon, algo asustado.
-La bienvenida. Necesitarás tus ojos- respondió el anciano, sonriendo malévolamente y mostrando nuevamente la mirada bañada en sangre.

Lucy rugió fuertemente y todo ennegreció repentinamente. Pero la oscuridad duró poco, pues, segundos después, estaban todos de pie en una enorme cueva diferente a la anterior, sin ningún adorno más que docenas y docenas de antorchas ardientes, sobresaliendo de las arcaicas paredes subterráneas, y un gran mesón en el medio del macabro lugar. Jhon McSerius no entendió cómo había cambiado la habitación de aquella abrupta forma, pero tampoco se atrevió a preguntar.

-¡Que comience esta fiesta!- exclamaron alegremente ambos Eduardo Gutiérrez.

Desde la boca de la cueva se escucharon fuertes sonidos, que aumentaban en estridencia. Algo se acercaba. Jhon aguzó la vista y el oído, permitiéndole admirar una legión de animales increíbles: tigres, lobos, gatos, zorros, conejos, leones, cocodrilos e infinitas especies más, incluso elefantes. Se fijo con cuidado y notó que poco a poco empezaron a aparecer criaturas que se asemejaban más bien a híbridos de los demás, mezclas extrañas y aberradas fueron ocupando gran parte de la gigante cueva, hasta que cada uno tuvo un espacio propio. Luego todos corrieron alrededor del mesón, salvajemente. Las antorchas crepitaban y comenzaba a hacer calor.

-Prepárate para una experiencia única- gritó el anciano-, futuro creyente.





BlackJASZ


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