viernes, 22 de abril de 2011

Doce Demonios - Capitulo 1

Una Breve Nota del Autor

El siguiente relato está basado en una película de acción llamada "Los Condenados". Créditos a ellos que me dieron la idea principal. Mantuve más o menos la misma trama, pero varié bastantes cosas (cambié a todos los personajes y agregué dos criminales más, por ejemplo. Todos los criminales que utilice para la historia, están basados en personajes reales y famosos en sus distintas épocas).

Si no la conocen o no la han visto, ¡véanla! Pero después de leer mi historia, para que no se arruinen el texto jajajaja

Hay escenas que son muy fuertes y el lenguaje que utilicé en algunas partes también es bastante fuerte. Así que si tienes menos de 

18 años

 por favor abandona este artículo (y vete a otra de mis historia jajaja). Lo mismo si te disgusta el estilo de narración y la trama que usé en este relato.

Los siguientes capítulos tendrán un anexo con los personajes y además links hacia cada capítulo. Esto hará más cómoda la lectura.

Sin nada más que agregar, ¡espero disfruten el relato! Y si pueden, dejen sus comentarios (que siempre son bien recibidos y agradecidos).
¡¡¡¡GRACIAS!!!!

Jesús A. Serrano Z. (BlackJASZ)





Capítulo 1


Todo ocurrió por culpa y causa del multimillonario Señor Rogers, uno de los más acaudalados hombres en el mundo. En aquel entonces se creía que vivía en una lujosa mansión de Florida, pero sólo era un engaño, pues realmente se residenciaba en alguna isla desconocida, apartado de toda civilización.

Discretamente, Mr. Rogers compraba todo lo que necesitaba-y lo que no- a un compañero y viejo socio suyo, que le hacía llegar todo en un barco de su propiedad.

Sus amigos -tanto los de verdad como los que sólo aparentaban serlo- lo visitaban con poca frecuencia, pero todos guardaban el secreto de la ubicación de aquella isla, a la que llegaban en sus aviones privados.

                El Señor Rogers no vivía solo en aquella isla, pues disfrutaba de la compañía de sus numerosos sirvientes que mantenían el lujoso hogar en pie, y con su prometida: la dulce Casey. Ellos resultaban ser una pareja bastante interesante. Él cubría su enorme -y obeso- cuerpo con lujos y pulcritud, mientras que ella, pequeña y delgada, vestía sólo prendas sencillas y humildes. La piel del Señor Rogers era gruesa y morena, mientras que la de Casey era delicada y clara, adornada por sus dorados cabellos y sus profundos ojos color café, que parecían hipnotizar a quienes los veían. Una de las mejores cosas que compartían era su buen humor, aunque en casi todo eran bastante diferentes.

Aunque el Señor Rogers se empeñaba en regalarle cosas caras, difíciles de conseguir y comprar, ella las rechazaba siempre con una tímida sonrisa, insistiendo en que no las necesitaba. Su sencillez realmente era implacable, pero Mr. Rogers era terco, así que nunca desistía.

Ella, la dulce Casey, fue la única que desde un principio rechazó el plan de su amado, aunque guardaba este hecho para sí misma, pues él se había mostrado tan feliz que era imposible que no le diera su apoyo. Después de todo sólo quería que él fuera feliz (aunque, efectivamente, él ya lo era).

Así vivían aquel hombre, poderoso y vanidoso, y aquella mujer, cariñosa y humilde. Y entonces comenzó la tragedia. El juego del Señor Rogers:

Mr. Rogers ya había comprado a sus doce jugadores y esperaba pacientemente a que los recogieran y trajeran a la isla.Una docena de asesinos, violadores y demás tipos de criminales condenados a muerte. Incluso había un mafioso. Casi todos los había seleccionado él mismo, y estaba orgulloso de su selecto grupo. Los mandó a buscar con sus avionetas personales, allá, a distintas cárceles de todas partes del mundo, donde sus trabajadores pagarían por ellos y los transportarían, todo eso secretamente, porque era ilegal jugar con las vidas humanas.

Pero el juego sería transmitido por internet en vivo y en directo, cobrando a nivel mundial a los curiosos que se interesaran en el show, que rápidamente se conocería por todos lados. O al menos eso suponía Mr. Rogers, sabiendo que la gente era muy morbosa.

Probablemente muchas autoridades de distintas partes de La Tierra buscarían su ubicación para capturarle por montar aquel juego, y evitar así que éste tuviese un ganador, pero eso no importaba mucho. Ellos estaban condenados a muerte en las cárceles que les retenían, y además con la gran cantidad de dinero de la disponía el Señor Rogers seguramente conseguiría su propia libertad sin mayor problema. Además, el show lo haría aún más rico. Confiaba fielmente en la gente y en su falta de “humanismo”.

Sin embargo no todo iba a ser tan fácil, ni bueno. Desde un principio hubo problemas, y el primero se presentó cuando uno de sus guerreros fue asesinado por la gente de su pueblo, mientras lo trasladaban para transportarlo. Mr. Rogers se dirigió al anexo especial que acababan de construir en su mansión, el cual haría las veces de estudio y de centro de transmisión mundial. Allí estaban reunidos los mejores hombres y mujeres que pudo encontrar para realizar aquel trabajo, en el que grabarían, editarían y pondrían al aire el show, en vivo y en directo.

El Sr. Rogers, que estaba molesto por la funesta pérdida, se dirigió hacia Nhela, supervisora del programa (y gran amiga suya de toda la vida, con quien realizó más de veinte trabajos exitosos), y le preguntó sobre los hechos.

-No lo sé, Señor Rogers. Shim, el árabe, fue asesinado mientras lo trasladaban. Es todo lo que sabemos.
-¿Cómo es posible que lo mataran? Consigan pronto a uno nuevo. Necesitamos un reemplazo con urgencia.
-Señor- comenzó a decir Godam, uno de los expertos en computación-, encontramos un buen candidato, un norteamericano llamado Russel Af…
-¡NO QUIERO UN GRINGO- gritó el Señor Rogers, preso de la ira, la impaciencia y la desesperación-! ¡Ya tengo dos mexicanos! Encuentren un jodido árabe, lo necesitaremos para que sus compatriotas paguen para apoyarlo- explicó, un poco más calmado-.
                
Minutos después el mismo Godam fue el que dijo al Señor Rogers:

-Hemos encontrado un árabe que podría acoplarse al perfil que buscamos, señor. Está en una prisión de América Central, nuestro equipo está cerca, podríamos enviar una comisión para que verifiquen cuan hábil es en la lucha.
-¡Excelente! Que vaya también un camarógrafo y nos transmitan el video, quiero ver qué tan bueno es.





En una prisión de Guatemala, el grupo del Señor Rogers era escoltado por guardias, que entraron en una celda para sacar a un sujeto alto y fornido, que cooperaba sin chistar. Luego avanzaron hasta una segunda celda, donde se encontraba otro sujeto recluido. En dicho lugar entraba muy escasa luz, pues era subterránea, y en allí se alzaba un sujeto desde las sombras, como nacido del suelo. Sólo se distinguía su enorme corpulencia, y eso fue suficiente para que el equipo de Mr. Rogers se asustara.

-Levántate, cabrón- le gritó uno de los vigilantes- . Los guardias quieren ver tu asquerosa cara.

La monstruosa sombra se giró, mientras orinaba en el suelo de la celda. Aún no podían ver su rostro, pero los recién llegados ya imaginaban la rudeza de sus facciones. La figura avanzó sin soltar su miembro, blandiéndolo en modo amenazador.

-Muévete, imbécil- le apresuró el mismo guardia.

Luego, apuntando a los genitales del árabe con un arma de fuego voluminosa, agregó con rudeza:
-O te vuelo las bolas.

                El sujeto guardó su miembro y, gruñendo, avanzó fuera de su jaula. Probablemente no entendía lo que le decían, pero con un cañón apuntándole a las gónadas, la gente entiende incluso idiomas primitivos extintos.

                Fue entonces cuando los visitantes decidieron que aquel trabajo parecía más bien un cruel castigo. El sujeto, claramente árabe, parecía además un vil demonio. Dieron un paso hacia atrás, pero no era necesario para nada, porque después de la amenaza, el sujeto fue muy dócil y avanzó en silencio por los pasillos de la cárcel, siguiendo al primer convicto que habían sacado.

                Así llegaron hasta la tercera celda, subterránea y macabra como la segunda. Abrieron la metálica  puerta de golpe y observaron al tercer preso, cuan grande y musculoso era –aunque no tanto como el árabe-, jugando en una pequeña ventana con un ratón vivo, al que acariciaba.
-¡Sal, inútil!

                   El convicto hizo caso omiso a todo aquello, pues en ningún momento soltó a su pequeño compañero de celda, ni se volteó hacia los vigilantes que le buscaban. Se limitó a acariciar al ratón y a darles la espalda.

-¡Los guardias te quieren ver!

                   El prisionero, con una voz grave y rasposa, como si estuviera levemente ronco, les respondió fríamente:

-Diles que se pueden joder.

                   El guardia que le buscaba hizo sonar su arma de fuego, al cargar un proyectil, amenazándolo. El prisionero se volteó y salió, sin decir nada más.

                   Llevaron a los tres sujetos hasta una celda vacía, donde encadenaron al terrible árabe con un collar, y los encerraron.

-¿De qué se trata todo esto?- preguntó el primer sujeto al que sacaron.

                   Uno de los guardias, el de mayor rango, se giró para observar al grupo visitante. El que sostenía la cámara hizo un gesto de asentimiento. Eso significaba que el Señor Rogers estaba observando todo aquello, desde su isla. El guardia volvió a observar a los convictos y dirigiéndose al que había formulado la pregunta, respondió suavemente:

-Pelea.

                   El sujeto corrió hacia el árabe, con intención de liquidarlo, pero éste último levantó su pesado brazo en un rápido golpe, que instantáneamente derribó al atacante, sin mayor esfuerzo. En su isla, Mr. Rogers aplaudía con entusiasmo.

 El guardia se dirigió entonces hacia el tercer convicto (el segundo en estatura, pero con un aspecto casi tan feroz como el del árabe allí encerrado con él, pero más joven):

-¡PELEA!

 El sujeto le observó a los ojos, y sin inmutarse respondió:

-No.

                   El guardia mostró sus dientes, molesto, y arrojó al árabe una pequeña llave. Éste la tomó y la usó para soltar sus cadenas y el collar. Estiró su cuello hacia los lados, haciendo que sus huesos crujieran sonoramente y observó al único sujeto que estaba de pie, compartiendo su celda. Luego rugió y corrió hacia él, tal cual había hecho el hombre que estaba tumbado en el suelo.

                   Y aunque el tercer convicto era de menor estatura y tenía muchamenos masa muscular que el árabe, conectó un rápido y certero gancho en la mandíbula de su atacante, dejándolo fuera de combate al instante.

                   El Señor Rogers, atónito, preguntó a Godam:

-¿Quién es él?
-Es un sujeto apellidado Smith, señor.

                   Mr. Rogers sonrió y, sin quitar los ojos de la pantalla, ordenó:

-Cómprenlo, límpienlo y tráiganlo. Lo quiero en el show.
-Pensé que querías un árabe- añadió Nhela, burlándose juguetonamente de su amigo y jefe.
-¿Para qué quiero un árabe? ¡Él es perfecto para esto!

                   Todos sonrieron, mientras el equipo en Guatemala se preparaba para transportar al joven Smith.
                  



                   El Señor Rogers salió del estudio y se dirigió a las áreas aledañas, donde estaba otro de sus viejos amigos y compañeros: “Junior”, quien dirigía a un montón de trabajadores para que acomodaran los equipos que el show necesitaba para transmitirse.

-¿Junior, qué tal va eso?
-Sólo para que lo sepas… ah, estamos jodidos. ¡Este show no va!- respondió aquel hombre, bajo y rechoncho, con su acostumbrado histerismo, el probable causante de que se estuviera quedando calvo prematuramente. Sin embargo, él tenía muy buen humor cuando no estaba histérico.
-¿A qué te refieres con que el show no va?- preguntó el Señor Rogers, ligeramente preocupado.
-Verás, No tengo suficientes cámaras, hay muchos puntos ciegos en esta isla, algunos de los micrófonos están dando problemas, no tengo tiempo para nada y estamos cortos de hardware. Estamos jodidos, PORQUE ESTAMOS EN MEDIO DE LA NADA. ¡Este show no va!
-Estamos en guerra, Junior. Debemos improvisar, sobreponernos, ¡adaptarnos!
-Esto no es la guerra, ¡es la televisión! Es mucho más complicado. ¿A dónde vas con eso -preguntó a unos de los trabajadores de su equipo, que llevaba un aparato de aspecto extraño-? Dame acá – y se lo quitó de las manos.

                   En ese momento sonó una ligera explosión en una pequeña torre a su lado, en la que estaban dos sujetos acomodando una antena gigante. Junior se volteó hacia los ellos y les gritó:
-¿QUÉ FUE LO QUE LES DIJE? NO TOCAR, NO TOCAR-exclamó haciendo amplios y exagerados movimientos con las manos. Luego suspiró, miró al Señor Rogers y, con su voz histérica, se explicó irónicamente refiriéndose a sus ayudantes-. Esto es genial. Tengo a estas grandes estrellas. Es excelente, porque entre todos hablan tres palabras en inglés. No tengo tiempo y la mitad de los sujetos que montan esto no entienden una mierda. ¿¡Pretendes que organicemos uno de los shows más grandes de la historia usando lenguaje por señas!? ¿Quién crees que soy?

                   Mr. Rogers sonrió tranquilo, tomó a su amigo por los hombros y le dijo mirándole a los ojos:

-Tranquilo, Junior. El show saldrá bien, ¿sabes por qué?
-¿Por qué?
-Porque eres el mejor, Junior- Mr. Rogers le dio una palmada en la espalda a su amigo y regresó a su mansión, mientras la leve sonrisa que había aparecido en el rostro de Junior desaparecía con una nueva explosión en la torre.

-¡Por el amor de Dios!- escuchó El Señor Rogers mientras se marchaba, riendo.
                  



                   Cuando llegó el convicto Smith, el dueño de la mansión ordenó que lo llevaran al anexo-estudio, donde se reunieron ellos dos, Casey y algunos trabajadores y guardias voluminosos. Una vez allí, el jefe tomó asiento y dijo a Smith que hiciera lo mismo, luego se presentó a sí mismo:

-Soy Rogers, productor de programas televisivos.
-Te felicito – respondió Smith, burlándose, aunque su rostro era serio.
-Habrás oído de mí…
-Bueno -lo interrumpió Smith-, no he estado viendo mucha televisión últimamente.
-Escúchame –dijo Mr. Rogers, amablemente, ignorando la actitud de su interlocutor-. Tú y doce criminales peligrosos seránsoltados en mi isla, donde lucharán a muerte entre ustedes. Si tras treinta horas eres el único sobreviviente, te dejaré en libertad. ¿Qué te parece, ah?
-¿Qué tiene eso que ver con la televisión?
-No, no es televisión. Es internet. Haré reventar este show en toda la red – agregó sonriendo-. Tu prontuario es algo corto: Smith, norteamericano. Volaste un edificio en Guatemala, matando a tres hombres. ¿Qué hacías en Guatemala?
-Me bronceaba –respondió Smith, muy seriamente.
-¿Por qué volaste el edificio?
-Me tapaba el sol- dijo sin abandonar su seriedad.

Ante dicha respuesta, El Señor Rogers sonrió, aunque sus acompañantes se mantuvieron inmóviles y Casey sintió algo de miedo. El multimillonario continuó con su interrogatorio:

-¿De qué vives, Smith?
-Soy agente inmobiliario.
-Muy bien, ya veo. ¿De qué parte de EEUU eres?
-Alaska.
-¿Alaska- repitió Mr. Rogers, sorprendido-? ¿Dónde?
-A unos ciento treinta kilómetros de Anchorage, un pequeño pueblo pesquero. Se llama “Jódetependejo”.

Smith mantenía su rostro serio, mientras que Mr. Rogers lo observaba muy molesto. Luego éste último se dirige a Casey:

-Cariño, hazme un favor: Escribe una biografía de este sujeto. Digamos que es de Australia. Piromaníaco, racista, fugitivo del FBI.Voló una iglesia bautista. Terminó en Centroamérica, donde hizo volar una clínica de retardados y discapacitados, matando mujeres y niños, bla, bla, bla… Hazlo y dáselo a Nhela.

Dicho esto, se levantó y ordenó que llevaran a Smith con los otros criminales, entonces él le dijo:

-No sé quién eres y no me importa, pero no pretendo participar en tu juego.
-No tienes que ganar- acotó Mr. Rogers-, pero todos juegan.

                Y se marchó.




BlackJASZ






Lista de Capítulos:
-Capítulo 1

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