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lunes, 27 de julio de 2009
Cuento No. 2 - El Lapacho del Parque
Hacía mucho calor ese día, y es que el verano se estaba volviendo demasiado caluroso para su gusto. Pero no le importaba, por fin estaba con ella de nuevo. Ansiaba tener entre sus dedos a los de ella, delgados y suaves como los recordaba su mano. Alzó la vista al cielo, cerró los ojos y sonrió. De nuevo sería feliz.
La sombra de un lapacho les había permitido acostarse en la grama del parque. Y estaban muy cerca el uno del otro. Como la última vez que se besaron.
El cielo estaba estancado: las aburridas nubes ya no avanzaban ni cambiaban de aspecto. Quizás el tiempo se había detenido, porque ya ni siquiera notaba nada exterior a ella. Ni movimientos, ni sonidos, ni nada más. O quizás ya estaba loco. No, él sabía que sí lo estaba. Sus ojos buscaron los de ella y los encontró con facilidad. Ninguno parpadeaba, solo se observaban con detenimiento. Sopló una delicada brisa y le susurró en el oído muy suavemente la palabra "bésala", tan suavemente que ella no lo notó. Ambos permanecían quietos.
-Vamos- le ordenó una voz interna, probablemente la suya propia-, bésala. Sabes que deseas hacerlo y que ella quiere que la beses.
-No creo que ella le gustaría que lo hiciera. Además, no debo. No puedo. Ella me lo pidió.
-Nunca te dijo que no la besaras más, eso lo interpretaste tú.
-Cállate. Es obvio que me pidió eso.
-Repito, nunca te pidió que no la besaras. ¿Y todo eso porque?
-Los problemas q hubo entre ella y yo son sólo de nuestra incumbencia.
-¡Oh! Lo siento, no es mi intención entrometerme en nuestra vida. ¿Recuerdas su primer beso?
-¿Cómo olvidar algo tan hermoso?
-¿Me preguntas cómo puedes hacer para olvidarlo o solo estás afirmando que lo recuerdas?
-No lo sé. No quiero olvidar algo tan bello. Pero es que extraño sus suaves labios. Me duele recordarlo y no poder revivir eso.
-¿Y porqué no lo haces ahora? Es el momento.
-No. Estaría mal.
-¿Estaría mal ser feliz?
-No. Estaría mal incumplir lo que le dije. Soy un hombre de palabra.
-Somos. Lo sé. Pero jamás dijiste que no la besarías. Jamás se dijeron nada...
-Sí nos dijimos algo. Que nos queríamos.
-Si tanto se querían, ¿entonces porqué no son felices juntos?
-Por que simplemente no podemos.
-¿O no podían?
-Supongo que no podíamos.
-¿Porqué no averiguas si aún te quiere y pueden ser felices juntos?
-Imbécil, no le puedo preguntar eso.
-¿Y quién dijo que se lo preguntarías?
-Ella no me va a decir nada por sí sola.
-Tampoco he dicho que esperes a ver qué te dice. Bésala y verás.
-Estás confundiéndome.
-Tú ya estás confundido, por eso estoy aquí. Crees que lo que quieres hacer es malo. No es malo buscar la felicidad.
-Me pidió que fuera feliz con una mujer mejor que ella...
-¿Y si ha cambiado y ahora es aún mejor que en aquel momento? Estarías siendo feliz con una mujer mejor.
-Ha pasado mucho tiempo desde que me lo dijo. Prometió buscarme si quería ser feliz conmigo, si se arrepentía.
-¿Y no te acaba de buscar?
-Solo como un amigo.
-Así era en aquella época y ya viste todo lo que pasó, todo lo que vivieron y compartieron.
-Quizás tienes razón.
-"Quizás" no, la tengo.
-Quiero besarla una vez más...
-Entones hazlo, idiota.
-Fuera de aquí. Estás haciendo que desperdicie el tiempo que estoy con ella.
-No ha pasado ni un segundo desde que empezamos a hablar.
-Largo.
-Como quieras. Recuerda ser feliz, gafo.
-Así le dije yo una vez a ella...
-¿Quieres hablar un poco más? sé que te hace falta.
-Lo que me hace falta es un psicólogo.
-Sí, eso también. ¿Nunca le preguntaste qué sintió cuando por primera vez te besó?
-No. ¿Por qué habría de preguntarle eso?
-Porque necesitas saberlo, nunca sabrás que sintió. ¿Y si pensó en alguien más mientras se besaban? Lo que ella haya sentido es lo más importante. Por algo se alejó después ¿no crees?
-Tienes mucha razón, y ahora sufro por no haber preguntado. Después me dijo que era algo que quería hacer.
-¿Alejarse o besarte?
-Besarme. Regresó y es lo que me importa. Sé que no se alejó porque quisiera hacerlo, aunque realmente no sé por qué lo hizo.
-Ni tampoco porque tú lo quisieras obviamente. Pero lo hizo.
-A eso es a lo que temí siempre.
-Ella también le temía a que te alejaras de ella. De hecho hasta te pidió que no cambiaras.
-No sé que decir.
-Porque nunca le preguntaste. Nunca supiste qué sentía.
-Me dijo que me quería.
-Pero seguramente eso no era lo único que sentía.
-No quiero pensar en que me haya escondido nada.
-Como tampoco quieres pensar en que quizás te haya mentido en algo...
-¡Yo creo fielmente en sus palabras!
-Pero sus acciones te han hecho dudar.
-Porque me han lastimado... pero aún así creo en ella.
-O solo quieres creer lo que te da la gana. Ella sabía que te estaba lastimando.
-¡Cállate! ¡Ella me quería! ¡Sé que no lo hizo a propósito!
-Pero lo hizo. ¿No te decía ella misma que era una persona muy mala?
-¡Que lo dijera no quiere decir que fuera cierto! Ella es buena. Y solo ella sabrá porqué decía eso si tanto me dolía que pensara de esa forma. Creo que ni ella sabe porqué lo decía.
-Sí, te entiendo. Yo sé que es buena, pero te lastimó de todas formas. Incluso se disculpó por eso.
-Siempre hay alguien que nos lastima. Pero eso da igual. Yo la quiero y no tengo nada que disculparle a nadie. Menos yo, que aunque la quería demasiado cometí mis errores y la herí. Y ella me disculpó porque es buena. Somos humanos y nos apreciábamos mucho el uno al otro. Creeme que aprendí de mis errores...
-… y no los volveré a cometer- completó la voz interna-. ¿Y ahora eres feliz?
-Porque ella me pidió que lo fuera.
-¿Pero realmente eres feliz o solo crees serlo?
-No lo sé, pero no hay diferencia.
-Tal vez. ¿Y en ese momento eras feliz?
-En verdad sí.
-¿Y el sufrimiento?
- Yo solo quería hacerla feliz mientras ella me hacía feliz a mí. Nada más importaba.
-¿Y era feliz ella?
-Eso me decía a veces.
-Capaz no era tan feliz. Por eso las cosas terminaron así.
-La verdad es que creo que tienes razón. No la pude hacer tan feliz como se lo merecía.
-Seguramente así fue. Ya viste los resultados.
-Cállate. Nada más anhelo que esté bien ¡Que sea feliz sin mí si así lo desea!
-¿Ya te decidiste a besarla?- preguntó la voz interna entre risas irónicas-.
-¡No la voy a besar! Se va a sentir incómoda. ¿Y qué pasa si se quita y no deja que la bese? Me voy a sentir muy mal. Y ella también.
-Ay, por Dios. Si ya te sientes mal. ¿Por qué no te arriesgas a ser feliz?
-Ya quise arriesgarme a eso una vez, con ella.
-Y aún quieres hacerlo, a pesar del tiempo que ha pasado.
-Supongo que sí.
-Bésala entonces a ver qué pasa. Ya la perdiste una vez, no la pierdas de nuevo. Bueno ahora sí me largo. Estoy cansado, no es fácil discutir con un terco como tú.
-Termina de irte de una vez. Realmente estoy loco. Ni siquiera sé con quién he estado hablando. ¿Esto es mi realidad, un sueño vacío o una ilusión perfecta? ¿Una ilusión perfecta o una perfecta ilusión como cuando la quise una vez? Realmente extraño tantas cosas. Con todo el tiempo que ha pasado no he podido olvidar nada. Necesitaba tomar sus manos entre las mías. Es quizás lo que más falta me hace. No dejo de pensar en la última vez que estuvimos aquí, acostados uno junto al otro, sonriéndonos mutuamente, viéndola sonrojarse. Yo solo quería hacerla feliz mientras ella me hacía feliz a mí. Voy a besarla. Quiero sentir esa indescriptible alegría aunque sea por última vez. Deseo sentirme lleno y olvidarme de todo el resto del mundo aunque sea por un humilde segundo.
Ella seguía en silencio. Observándole. Pero ahora sus ojos se movían rápidamente: ella estaba viendo sus ojos, luego sus labios, nuevamente sus ojos... En ese momento el viento le susurró "recuerda, siente". Su corazón latía con fuerza ("¿porqué?", pensó). Acercó su rostro lentamente al de ella mientras juntaba sus pesados párpados...
Sí. Ansiaba tener entre sus dedos a los de ella, delgados y suaves como los recordaba su mano. Alzó la vista al cielo, cerró los ojos y sonrió. De nuevo sería feliz. Allí estaban ellos, en el mismo parque bajo la sombra del mismo lapacho de la última vez. Pero él sabía que en su realidad había estado soñando una perfecta ilusión de felicidad, porque por más que quisiera no podía besar a una amiga.
Black JASZ
viernes, 24 de julio de 2009
Cuento No. 1 - Amor de Lobos
"Qué frío tengo. La noche es helada como mi corazón. Sí, lo sé. Soy extraño y estoy loco, tengo que admitirlo. Pero no es mi culpa ser así. De niño siempre tenía peleas con todos mis amigos, y terminaba jugando sólo. No es mi culpa ser como soy, eran ellos los que tenían problemas con mi aspecto y por eso siempre terminábamos discutiendo. Nunca me entendió ninguno.
Poco a poco aprendí a soportar el rechazo, y aunque algunas veces eran muy crueles conmigo yo seguía allí para quien me necesitara. Mi padre siempre me repetía: "no debes hacerle caso a esos niños maricones, no seas idiota". Pero a pesar de que él y yo teníamos el mismo problema no entendía que ellos eran mis amigos, no unos niños maricones.
Mi madre estaba junto a mí siempre, me ayudaba a soportar el dolor que me causaban los demás. Y me comprendía y apoyaba: "ellos no entienden tu posición, mi amor. No les hagas caso y sigue jugando con tus amiguitos".
Un triste día de noviembre mi madre se fue, dejándome sólo con mi padre. Fue duro ver su rostro por última vez, aunque me sentí tranquilo porque esbozaba una sonrisa, sin vida, pero sonrisa al fin.
Los años pasaron y me acostumbre al dolor, haciéndome inmune a la mayoría de los casos. Pero no era feliz. Mi vida estaba completamente vacía.
Luego vino Lucía, y con ella el amor. Era una muchacha increíble, única: inteligente, hermosa y tranquila. No podía pedir una mujer mejor. A pesar de mi forma de ser ella me quería y me apreciaba. Me aceptaba. Mis sentimientos por ella fueron creciendo, hasta que sin darle razón alguna desapareció, yéndose de la mano de otro hombre mejor que yo. Más nunca supe nada de ella.
Pero yo no estaba totalmente sólo, Elvira siempre estuvo conmigo, sin fallarme. Me veía como más nadie lo hacía. Elvira era como yo. Y encontró belleza en mí. Era mi amiga de toda la vida, juntos desde la primera vez que nos vimos (estando ambos en pañales compartíamos juegos tiernos e inocentes de todo pecado). De ella también me enamoré, pero su cariño tenía nombre y apellido y no eran los míos. Sin embargo me alegraba estar con ella, aunque al verla recordara lo que sentía.
La gente ya no me molestaba por mi aspecto. Aprendieron a tolerar mi agresión visual. Eso no me hacía más feliz, pero tampoco me causaba problemas con los cuales lidiar. Aunque cuando se cruzaban conmigo siempre me veían de forma extraña. Es algo que no cambió jamás.
Comencé a trabajar y encontré amigos verdaderos, que me apoyaban tanto como mi corazón lo necesitara. Aprendí de ellos a disfrutar las pequeñas alegrías tanto como las grandes.
Elvira lloró a mi lado después de terminar su relación de años. Pensar que planeaban casarse dos meses después del pequeño incidente. Él amor de su vida se había ido de la mano de otra, como había hecho mi Lucía.
Tras varios meses por fin pude reunir el valor que necesitaba para declararle lo que sentía por ella. Aún me sorprende que ella sintiera algo semejante por mí. Ya no estaba sólo en ningún aspecto.
Tras la boda, mi vida se convirtió en el anhelado éxito al que tantos aspiran.
Finalmente fui feliz y olvidé todo lo malo que había pasado. Terminé ciego de amor ante el mundo. Y esa ceguera evitó por mucho tiempo que me diera cuenta de que estaba siendo engañado. Mi esposa se veía con el mismo idiota que la dejó una vez. En mi hogar. Mientras yo trabajaba para salir adelante, para comprarle regalos a mi amada.
Pero la descubrí. Mis ojos la vieron sin que ella lo supiera. Mi corazón se había quebrado de nuevo, y por última vez. Miles de ideas pasaron por mi cabeza, y tomé mis decisiones.
Pero todo eso ya pasó. No sentí nada al golpear su cabeza con todas mis fuerzas. Fue sencillo para mí. Me tomó toda una noche enterrarla entre los cerezos de mi patio. Y creo que nadie me vio hacerlo. Ahora descansará en paz. Sí, lo sé. Estoy loco. Pero no es mi culpa. Solo quería ser feliz, pero el mundo seguía destruyéndome sin comprender nada.
Lucía se fue, Elvira también. Estoy harto de mi vida y por eso, en esta noche tan fría, he decidido terminarla. Tampoco tiene sentido seguir escribiendo esta carta tan deprimente.
Con mucho cariño, para quien encuentre esto sobre mi mesa de noche. Iré a dormir por última vez. Estoy cansado de todo.
Bartolomé "Lobito" Gonzalo"
Bartolomé, que sufría de hipertricosis(síndrome de hombre-lobo), se despertó de aquella pesadilla en la que escribía una carta de suicidio. La cabeza le dolía. La conciencia le estaba carcomiendo por haber engañado a su mujer con otra víctima de su mismo mal. "Basta-pensó-, es hora de confesárselo y rogar por su perdón. Comprenderé si no me quiere ver más nunca". Intentó levantarse, pero no tenía espacio para eso. Estaba en un lugar muy oscuro y estrecho. Fue entonces que se dio cuenta de que se hallaba encerrado en un extraño cajón, y que adentro olía a sangre y a cerezas...
Black JASZ
miércoles, 8 de julio de 2009
VIDEOS QUE TODO EL MUNDO DEBERIA VER: Capítulo 3
El siguiente video es titulado Intersetella 5555 (Daft Punk, 60-80 mins):
Espero lo disfruten (aquellos que tienen la paciencia de ponerlo a cargar), realmente lo recomiendo muchísimo, es música para casi todos los gustos y toda una obra de arte. ¡Paciencia, valdrá la pena!
Espero lo disfruten (aquellos que tienen la paciencia de ponerlo a cargar), realmente lo recomiendo muchísimo, es música para casi todos los gustos y toda una obra de arte. ¡Paciencia, valdrá la pena!
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