-Señor.
Todo estaba oscuro y no se podía ver nada más que la fogata consumiéndose rápidamente.
-Reiter- le contestó con suavidad una voz profunda-, tardaste más de lo que esperaba. ¿Y Serpiente de Plata?
-Muerto, mi señor..
-Excelente. Qué sujeto tan escurridizo. Ahora, a esperar a "su regreso".
-Sí, señor.
Entonces tres antorchas se encendieron simultáneamente, donde antes estaba la entrada. Tres sujetos se escondían detrás de ellas, permitiendo que sólo sus cuerpos fueran visibles. Dos mujeres y un hombre se hallaban tras las llamas. Y en ese orden se burlaron:
-¿No te cansas de hacer siempre lo mismo, Reiter?
-Qué existencia tan vacía.
-No te preocupes, algún día se cansarán de jugar contigo.
Otra bola de fuego estalló en medio del lugar y apareció dentro de ésta una figura enorme: un caballo de casi dos metros de alto que llevaba en su lomo a un caballero cubierto por una armadura quemada y enmohecida, empuñando una larga espada.
-¡Se molestó el hombre!- se mofó una de las mujeres. Los otros dos sujetos rieron.
-Reiter...- susurró la profunda voz de su amo.
La habitación volvió a oscurecer, a excepción de las tres antorchas. El mismo poderoso individuo continuó hablando:
-¿Cómo está el chico, Mutter?
-Jhony está perfectamente, mi señor- respondió la primera chica que habló.
-Excelente. ¿Y el detective, Vater?
-Muerto, mi señor- respondió el hombre que se había burlado del jinete.
-Bien, mi Hüter volverá a guiarte cuando haya más trabajo. Tochter, querida, ¿qué ha pasado con Eduardo?- interrogó el amo con voz suave.
-Sigue desaparecido, mi señor- susurró asustada la otra chica, su voz se quebraba.
-Un error de principiante. Corrígelo. Y no quiero oír que has fallado de nuevo- sentenció con calma.
-Sí, señor.
-Retírense.
La bola de fuego estalló nuevamente y desapareció instantáneamente, al tiempo que las antorchas se apagaron. Una risa ronca y profunda resonó en la habitación, y una chimenea se encendió por sí sola.
Lowe se veía imponente, observando cauteloso y desafiante a aquel cuervo, cuando de repente un tigre de bengala, de mayor tamaño que ellos, se interpuso en medio de ambos, era Lucy.
Las tres bestias se miraron, casi con odio, pero se detuvieron. El león retomó su apaciguado aspecto inicial, acomodó su cadena, se acostó en una esquina y cerró sus ojos. El ave sonrió entonces, en tono burlesco, aunque tal vez con algo de miedo.
Eduardo Gutiérrez, el joven hijo guiado por el felino, también había entrado, aunque no habían notado cuando.
-Un poco de calma no vendría mal- dijo.
Seguidamente se sentó al borde de la cama y le explicó a Jhon:
-Son increíbles, ¿no? Observa sus tamaños. En general, mientras más grandes, más poderosos son. ¡Mira! Desaparecieron junto con sus cadenas. ¿Sabías que puedes desaparecerlas tanto tiempo como el Hüter te lo permita?
Jhon negó con la cabeza, sin entender mucho. El recién llegado continuó hablando:
-Supongo que aún no sabes porqué precisamente ese león es tu Hüter. Verás, ¿recuerdas la cabra que golpeó tu pecho? Leyó tu corazón y tu mente. Entre todos los espíritus y demonios que existen, la cabra elige cuál es la más apta para ayudarte a alcanzar la meta que te hayas trazado.
-En otras palabras, ¿Lowe me ayudará a recuperar a mi hijo?
-Si es lo que más deseaba tu corazón durante el ritual, entonces sí. Y bueno, también te ayudaré yo, para pagar mi deuda con mi padre.
-Está bien, gracias. ¿Qué hacemos primero?
-Comienza escribiéndole a tu esposa que hablaste con tu jefe y que extenderá tus vacaciones algún tiempo más- sugirió la anciana-. Que te escribirá en cuanto te necesite. O algo así.
-Está bien. ¿Y si vuelve a escribirme?
-Mi Hüter te encontrará y te llevará su carta- dijo la anciana.
-Está bien- aceptó el empresario.
-¡Perfecto! exclamó Eduardo-. Comenzaremos visitando a una amiga mía. Su nombre es Eule, es una excelente adivina.
Al día siguiente, McSerius y Gutiérrez estaban finalmente listos para partir, acompañados por Lowe, que les seguía de mala gana. Jhon le había escrito a Alice, su esposa, y había empacado gran cantidad de provisiones, algo de dinero, unas cuantas medicinas, y el envase que le había dado aquel anciano loco, "Serpiente de Plata", sólo por si acaso. Y así, se dispuso a viajar.
-Hasta luego, Dennis. Muchas gracias por todo. Espero volver pronto.
-También yo espero lo mismo. Vayan con cuidado. Eduardo te guiará bien, sabe lo que hace y es muy inteligente. Confía en él.
-Está bien. Adiós, señora- y le besó una mejilla.
-Señorita- corrigió la dama, con una sonrisa amigable.
-Señorita- rectificó el joven, devolviéndole el cariñoso gesto.
Y salió de la casa, decidido a alcanzar el éxito, costara lo que costara.
BlackJASZ