miércoles, 30 de junio de 2010

Pueblo de Cultos - Capítulo 18

Una inmensa bola de fuego estalló en la entrada de la cueva, y al instante se escuchó una débil y aguda voz saludando:

-Señor.

Todo estaba oscuro y no se podía ver nada más que la fogata consumiéndose rápidamente.

-Reiter- le contestó con suavidad una voz profunda-, tardaste más de lo que esperaba. ¿Y Serpiente de Plata?
-Muerto, mi señor..
-Excelente. Qué sujeto tan escurridizo. Ahora, a esperar a "su regreso".
-Sí, señor.

Entonces tres antorchas se encendieron simultáneamente, donde antes estaba la entrada. Tres sujetos se escondían detrás de ellas, permitiendo que sólo sus cuerpos fueran visibles. Dos mujeres y un hombre se hallaban tras las llamas. Y en ese orden se burlaron:

-¿No te cansas de hacer siempre lo mismo, Reiter?
-Qué existencia tan vacía.
-No te preocupes, algún día se cansarán de jugar contigo.

Otra bola de fuego estalló en medio del lugar y apareció dentro de ésta una figura enorme: un caballo de casi dos metros de alto que llevaba en su lomo a un caballero cubierto por una armadura quemada y enmohecida, empuñando una larga espada.

-¡Se molestó el hombre!- se mofó una de las mujeres. Los otros dos sujetos rieron.
-Reiter...- susurró la profunda voz de su amo.

La habitación volvió a oscurecer, a excepción de las tres antorchas. El mismo poderoso individuo continuó hablando:

-¿Cómo está el chico, Mutter?
-Jhony está perfectamente, mi señor- respondió la primera chica que habló.
-Excelente. ¿Y el detective, Vater?
-Muerto, mi señor- respondió el hombre que se había burlado del jinete.
-Bien, mi Hüter volverá a guiarte cuando haya más trabajo. Tochter, querida, ¿qué ha pasado con Eduardo?- interrogó el amo con voz suave.
-Sigue desaparecido, mi señor- susurró asustada la otra chica, su voz se quebraba.
-Un error de principiante. Corrígelo. Y no quiero oír que has fallado de nuevo- sentenció con calma.
-Sí, señor.
-Retírense.

La bola de fuego estalló nuevamente y desapareció instantáneamente, al tiempo que las antorchas se apagaron. Una risa ronca y profunda resonó en la habitación, y una chimenea se encendió por sí sola.




Lowe se veía imponente, observando cauteloso y desafiante a aquel cuervo, cuando de repente un tigre de bengala, de mayor tamaño que ellos, se interpuso en medio de ambos, era Lucy.

Las tres bestias se miraron, casi con odio, pero se detuvieron. El león retomó su apaciguado aspecto inicial, acomodó su cadena, se acostó en una esquina y cerró sus ojos. El ave sonrió entonces, en tono burlesco, aunque tal vez con algo de miedo.

Eduardo Gutiérrez, el joven hijo guiado por el felino, también había entrado, aunque no habían notado cuando.

-Un poco de calma no vendría mal- dijo.

Seguidamente se sentó al borde de la cama y le explicó a Jhon:

-Son increíbles, ¿no? Observa sus tamaños. En general, mientras más grandes, más poderosos son. ¡Mira! Desaparecieron junto con sus cadenas. ¿Sabías que puedes desaparecerlas tanto tiempo como el Hüter te lo permita?

Jhon negó con la cabeza, sin entender mucho. El recién llegado continuó hablando:

-Supongo que aún no sabes porqué precisamente ese león es tu Hüter. Verás, ¿recuerdas la cabra que golpeó tu pecho? Leyó tu corazón y tu mente. Entre todos los espíritus y demonios que existen, la cabra elige cuál es la más apta para ayudarte a alcanzar la meta que te hayas trazado.
-En otras palabras, ¿Lowe me ayudará a recuperar a mi hijo?
-Si es lo que más deseaba tu corazón durante el ritual, entonces sí. Y bueno, también te ayudaré yo, para pagar mi deuda con mi padre.
-Está bien, gracias. ¿Qué hacemos primero?
-Comienza escribiéndole a tu esposa que hablaste con tu jefe y que extenderá tus vacaciones algún tiempo más- sugirió la anciana-. Que te escribirá en cuanto te necesite. O algo así.
-Está bien. ¿Y si vuelve a escribirme?
-Mi Hüter te encontrará y te llevará su carta- dijo la anciana.
-Está bien- aceptó el empresario.
-¡Perfecto!  exclamó Eduardo-. Comenzaremos visitando a una amiga mía. Su nombre es Eule, es una excelente adivina.




Al día siguiente, McSerius y Gutiérrez estaban finalmente listos para partir, acompañados por Lowe, que les seguía de mala gana. Jhon le había escrito a Alice, su esposa, y había empacado gran cantidad de provisiones, algo de dinero, unas cuantas medicinas, y el envase que le había dado aquel anciano loco, "Serpiente de Plata", sólo por si acaso. Y así, se dispuso a viajar.

-Hasta luego, Dennis. Muchas gracias por todo. Espero volver pronto.
-También yo espero lo mismo. Vayan con cuidado. Eduardo te guiará bien, sabe lo que hace y es muy inteligente. Confía en él.
-Está bien. Adiós, señora- y le besó una mejilla.
-Señorita- corrigió la dama, con una sonrisa amigable.
-Señorita- rectificó el joven, devolviéndole el cariñoso gesto.

Y salió de la casa, decidido a alcanzar el éxito, costara lo que costara.







BlackJASZ

miércoles, 2 de junio de 2010

Pueblo de Cultos - Capítulo 17

Una fuerte corriente de aire levantó a McSerius y lo puso de pie sobre el mesón. Impresionado, se mantuvo quieto en todo momento, sin saber qué hacer. Entonces una enorme cabra roja atravesó la entrada de la cueva y fugazmente le embistió a la altura el pecho, pero él no sintió dolor ni se tambaleó, fue como si el animal le hubiese atravesado limpiamente. Agradeció, porque no lo habría podido esquivar. Mas se cortó su respiración y se sintió algo mareado. Cayó sobre sus rodillas y apoyó sus manos contra el mesón. Escuchaba su corazón palpitando y la sangre golpeando en sus oídos, se sintió enfermo y cansado. Una profunda risa masculina retumbó en todo el lugar, y luego McSerius cayó acostado sobre el mesón.


Las paredes y partes del suelo se prendieron en llamas, iluminando todo el lugar, y así pudo observar lo que había a su alrededor: muchos de los animales se erguían en sus patas traseras, imitando a humanos, seguidos por los híbridos, que hacían lo mismo. El número de criaturas se multiplicaba velozmente. Todos ellos llevaban copas en sus manos, al parecer de vino. Era todo un espectáculo, una fiesta de bestias. Entonces su mirada se nubló y entre la oscuridad vio resplandecer unos ojos rojos, pertenecientes a una enorme salamandra negra, y entonces supo que era parte de aquel culto.


Pronto el joven se sintió mejor y se sentó, mientras que el anciano y su hijo se le aproximaban, seguidos de otros humanos y seres semejantes. Le sonrieron y entonces le invadieron las nauseas. Nuevas carcajadas aquejaron sus oídos y pronto su vista se vio nublada nuevamente. Llevó sus manos hacia sus ojos y sintió en ellos un líquido algo espeso, y por alguna razón supo que era sangre a pesar de que no sentía dolor.


Y gritó, presa de la desesperación. Se puso de pie y trató de correr, entonces cayó de la mesa al suelo, volvió a levantarse y, a tientas, trató de huir. Pero no había escapatoria. Se estrelló contra paredes, rocas y seres vivientes, y nuevamente cayó al piso. Entonces unas manos lo levantaron y lo mantuvieron así unos minutos, hasta que poco a poco regresó su vista. Todo era rojizo, pero podía distinguir a la perfección. Y allí se acercaba él, por primera vez:


Un enorme y majestuoso león avanzó hacia él, lentamente, deteniéndose a menos de un metro de distancia. Algo hizo que Jhon no sintiera miedo ante su presencia. Le miró a sus ojos, rojos como todo lo demás, y se mostró serio, mientras una extraña y oscura cadena aparecía entre ellos, amarrándolos a él por su pierna izquierda y al animal por su pata derecha delantera, juntándolos. Mezclaron su mirada, el uno con el otro. Y se supieron compañeros.


Jhon sintió una arcada y comenzó a perder el sentido, invadido por el cansancio y un extraño dolor en el pecho. Mientras se desvanecía, escuchaba la alegre música a su alrededor, el fulgor, la alegría animal y el sonoro rugido de aquel león... La fiesta continuaría por unas horas.








-¿Dónde estoy?- preguntó en voz alta, aunque sabía que estaba en el cuarto que Dennis le había alquilado, semanas atrás.
-Bienvenido de nuevo- le saludó ella.


Estaban solos. Todo tenía la habitual tonalidad de siempre. Se preguntó si había estado soñando. Pero el dolor en el pecho le señaló que no era así. Alzó su camisa y vio su piel: un sin fin de sellos y figuras resaltaron, en una tinta oscura e irreconocible. Y en el medio de aquellos símbolos, brillaba una salamandra, negra como la noche, a excepción de sus ojos rojos, el único rastro colorido en el particular diseño.


-La huella de tu destino. Eres parte de nosotros, ya derramaste sangre, creyente.
-Necesito que me expliques muchas cosas, así como tendré que explicar estos tatuajes a Alice...
-Sí, lo sé. A ver, empecemos con esto: Lo que viviste anoche fue el ritual inicial. Ahora estás comprometido con un culto. Aquellos seres, eran almas y espíritus, algunos buenos, otros malos, algunos humanos, otros no. Ninguno estaba realmente vivo. Incluso demonios estuvieron allí: los de gran tamaño que mezclaban diversas características de animales. Estaban celebrando tu llegada.Veías todo rojo, porque recibiste tus Ojos, lo cual fue precisamente lo que te permitió ver a las entidades en su verdadera forma. Este regalo lo recibiste con la llegada de tu espíritu acompañante, tu Hüter. Estás ligado a él, atado.
-¿Un ángel guardián?- preguntó él.
-Al contrario, un ángel guardián te cuida de sufrir males. También debes saber que los Hüters son por regla general extremadamente inteligentes. Y que este espíritu te cuidará de que escapes de tu oscuro destino.
-¿La muerte?
-Más que eso-explicó ella-. Lo desconocido. No sabemos exactamente que pasará con tu alma tras cruzar el umbral.
-¿Cielo? ¿Infierno?
-Eso está destinado sólo para almas de este mundo. Nosotros pertenecemos a otro. O eso nos gusta creer. Los pocos que han vuelto se niegan a hablar del otro lado.
-¿Han vuelto después de la muerte?- se asombró el joven.
-Claro. Los convocan. Pero deben volver al poco tiempo.
-¿Y qué paso con mi... cómo es que llaman al espíritu?
-Hüter. Está aquí, con nosotros. Casi siempre te seguirá. Si así lo quieren, podrás verlos si usas los Ojos, esa mirada con ojos de color rojo. La tonalidad se debe al culto al que perteneces.
-¿Cómo hago eso?
-Desea hacerlo, pero deséalo con el corazón.


El joven hizo un esfuerzo, pero no notó diferencia alguna.


-Piensa que en verdad quieres, porque deseas ver a tu compañero. No es tan dificil.


Y así lo hizo. Tras concentrarse unos segundos, sintió que sus ojos lloraban. Su derredor se teñía de rojo completamente. Y allí estaba de nuevo: el gran león sentado junto a la cama, viéndole a los ojos. A su lado estaba un ave semejante a un cuervo, pero aún más grande que el primer Hüter. Ambas criaturas le veían inexpresivamente.


-¡Ya puedo verlo! ¿Puedo tocarlo?
-Ellos deciden si dejarse ver a simple vista o no. Si no lo permiten, entonces usa tus Ojos y podrás tener contacto con cualquier espíritu, demonio o criatura semejante. Esa mirada te otorga una condición más que humana: puedes aumentar al máximo tu fuerza, agilidad, reflejos, velocidad, e incluso la percepción de lo paranormal, como el sexto sentido y esas cosas. Lo único malo es que usar su capacidad máxima de una sola vez hará que mueras desangrado en minutos, aunque hacerlo es casi imposible para un humano. Digamos que es una habilidad que le robamos a los demonios. Bueno, puedes hablarle a tu Hüter si quieres, averigua si él puede hablar también. Y no le temas, siempre que no los obliguen a mojarse son amigables con sus compañeros, incluso serviciales a veces.
-¿Qué pasa si se mojan?
-Bueno algunos se vuelven completamente locos, aunque podrían reaccionar de muchas formas. Confórmate con saber que es algo que probablemente no querrías ver, y recuerda que ellos odian el agua.


El joven se mostró entendido, luego se levantó y se acercó al león, que le observaba fijamente a los ojos. Entonces se dio cuenta de que era no sólo grande, sino soberbio y probablemente perezoso. Aún así había cierto aire de nobleza en sus ojos.


-Hola-saludó el humano-. Mi nombre es Jhon McSerius.
-Ya lo sé- respondió fríamente el animal, con una voz grave y fuerte-. Cuando te atravesó la cabra, leyó tu vida. Así fue como me eligió a mi para ser tu compañero. Nos seleccionan de acuerdo a nuestras habilidades, necesidades y la causa principal por la que te uniste a tu culto.
-Bien. ¿Y en qué me puedes ayudar?
-Existen dos tipos de Hüters- respondió la dama-. Los de alma humana y los de alma de demonio. Los primeros simplemente son guías y maestros, algo te enseñan para que logres tus misiones. Un ejemplo de ello es el compañero del joven Eduardo Gutiérrez. Rara vez se deja ver, pero le enseñó a pelear. El segundo tipo es aquel que simplemente le interesa luchar y causar problemas, ya sea por el bien del compañero o por el mal ajeno. Depende de su personalidad. Lucy es de este tipo. Aunque estos demonios normalmente te incitan a meterte en dichos problemas, Lucy se dedica a proteger y aconsejar a mi amigo ante todo, olvidando a veces su naturaleza de guerrera.
-Entiendo- dijo el hombre-. León, ¿qué tipo de alma tienes?
-Mi nombre es Lowe, y soy un demonio. Provengo de lo que ustedes llaman "infierno". Y me da igual lo que desees. No colaboraré contigo sólo porque me lo pidas.
-¿Eres terco, no?- preguntó la anciana.
-Silencio, mujer- acalló el animal secamente.
-Amigable también- se burló Jhon irónicamente.


El ave miró al león, señalándole que tuviera cuidado.


-Atrévete a moverte y te desplumo, pollo inútil.
-¿Te crees poderoso pequeño gatito?- le amenazó el cuervo, enseñándole su gran envergadura.
-¡Por favor! No eres más que una rata con alas. Además, ya estás viejo.
-¡Silencio, cachorro!


Ambos se observaron iracundos. Los adultos les observaban, boquiabiertos, pues todo había sido muy rápido. Se levantaron e intentaron apaciguarlos, pero las bestias alejaron a ambos con sus feroces rugidos y sus amenazantes ojos. Una fuerte corriente de aire los arrojó contra la pared que tenían detrás, como a todos los objetos de la habitación. Con sus ojos ardiendo en llamas, los Hüters estaban a punto de perder el control...









BlackJASZ
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