Capítulo 3
Dos grandes helicópteros llevaban a los doce criminales, seis en un, seis en el otro. Todos tenían puestas gruesas esposas, que además estaban amarradas al techo, manteniendo a los prisioneros con las manos sobre sus cabezas. Un guardia los vigilaba en cada nave, y nadie se movía hasta que llegaron a la costa sur de la isla. Entonces, fue hora de soltarles.
-¡Abre la boca!- le gritó uno de los guardias a Isaura.
-¡Abre la boca!- le gritó uno de los guardias a Isaura.
Da Silva le observó unos segundos, mientras él sacaba de sus bolsillos un llavero. La mujer cooperó, y el sujeto le introdujo el llavero entre los dientes. Acto seguido, él cortó la soga que amarraba las esposas de Isaura al techo y la empujó fuera de la nave. Varios metros más abajo, cayó en el mar, del que salió nadando sin mucho problema. Luego utilizó la llave que le habían dado, liberando finalmente sus muñecas.
Sentados en maravillosos sofás, Mr. Rogers y sus amigos observaban la escena a través de un televisor de proporciones monstruosas desde el estudio, donde ingerían ricos alimentos y bebidas exóticas. Allí, con ellos se encontraba el equipo de producción convirtiendo el juego en una transmisión del internet. Junior dijo con voz queda a uno de sus trabajadores:
-Dame la 132-B.
Su ayudante siguió la orden, presionando un botón que se hallaba entre miles. En la pantalla, se pudo observar desde un buen ángulo, y con excelente música, cómo Isaura salía del agua y se liberaba. Los espectadores aplaudieron y Mr. Rogers se acercó a Junior, exclamando:
-Dame la 132-B.
Su ayudante siguió la orden, presionando un botón que se hallaba entre miles. En la pantalla, se pudo observar desde un buen ángulo, y con excelente música, cómo Isaura salía del agua y se liberaba. Los espectadores aplaudieron y Mr. Rogers se acercó a Junior, exclamando:
-Eso es genial Junior, te lo vuelvo a decir: ¡eres el mejor!
Su amigo esbozó una sonrisa, sin quitar los ojos de su teclado y sin levantarse de su asiento:
-Ah… Di eso de nuevo.
Mr. Rogers sonrió y le respondió desde sus espaldas con una amistosa bofetada.
Mr. Rogers sonrió y le respondió desde sus espaldas con una amistosa bofetada.
En uno de los helicópteros, cuando llegó su turno de salir, Andrew gritó a sus contrincantes:
-Los estaré esperando entre los árboles, ¡será todo un festín! ¡Desayuno, almuerzo y cena para mí sólo!
-¡Abre la boca! – espetó el guardia.
-¡Suéltame ya! – gritó Andrew, ansioso y sin obedecer.
-¡Dije que abras la boca! – gritó el vigilante, apretando el llavero contra los dientes del prisionero, obligándole a morderlo.
Andrew se movía mucho, así que el guardia, molesto, le gritó “Sal de aquí”, cortó la soga y rápidamente lo empujó fuera del helicóptero. Pero por haberlo arrojado sin ver, el sujeto cayó sobre uno de las pequeñas embarcaciones de Mr. Rogers, ensartándose accidentalmente en uno de los mástiles. La imagen fue muy fuerte para alguno de los que observaban, pero otros aplaudieron.
-¡Abre la boca! – espetó el guardia.
-¡Suéltame ya! – gritó Andrew, ansioso y sin obedecer.
-¡Dije que abras la boca! – gritó el vigilante, apretando el llavero contra los dientes del prisionero, obligándole a morderlo.
Andrew se movía mucho, así que el guardia, molesto, le gritó “Sal de aquí”, cortó la soga y rápidamente lo empujó fuera del helicóptero. Pero por haberlo arrojado sin ver, el sujeto cayó sobre uno de las pequeñas embarcaciones de Mr. Rogers, ensartándose accidentalmente en uno de los mástiles. La imagen fue muy fuerte para alguno de los que observaban, pero otros aplaudieron.
-¡Ups! – susurró Junior, impactado.
-¿Ups? ¡Eso no es un ups! – exclamó El Señor Rogers, molesto. Luego tomó un intercomunicador y, dirigiéndose al guardia, gritó- Oigan idiotas, miren dónde arrojan a esos tipos, ¡tengo un jodido show que hacer!
-¿Ups? ¡Eso no es un ups! – exclamó El Señor Rogers, molesto. Luego tomó un intercomunicador y, dirigiéndose al guardia, gritó- Oigan idiotas, miren dónde arrojan a esos tipos, ¡tengo un jodido show que hacer!
En la otra nave, el guardia vestía formalmente y protegía sus ojos del sol usando costosas gafas oscuras. Más tranquilo y pausado que el otro vigilante, se dirigió a Lee:
-Abre la boca- mientras le acercaba un llavero a los labios.
Lee, sin abandonar una alegre expresión, mordió el llavero. El guardia cortó la soga, pero cuando fue a empujar al asiático por sus brazos, él se apartó con movimientos rápidos y precisos, le robó las gafas y lo golpeó fuertemente en el estómago, antes de que él pudiese defenderse. Sólo fue cuestión de dos o tres segundos. Luego se acercó a las puertas de la nave, señaló con gracia y estilo a sus contrincantes, sonrió y saltó al mar dando una pirueta. Los demás criminales se burlaron del guardia.
En el otro helicóptero, el guardia ordenó a Vic:
-¡Abre la boca!
Vic obedeció, mordiendo el llavero. Antes de que lo arrojaran, Lucas El Salvaje le gritó:
-¡No te preocupes! ¡Yo cuidaré de tu esposa! – y esbozó una cruel sonrisa. Vic le dedicó una preocupada e impotente mirada a su amada, mientras el vigilante le arrojaba de la unidad. Entonces Lucas rió como un desquiciado, viendo que Jessica derramaba una triste lágrima.
Así los fueron arrojando de uno en uno. Cuando llegó el turno de Smith, el vigilante le gritó, como a los otros:
-¡Abre la boca!
Pero Smith no se movió, así que el otro sujeto se acercó y le puso el llavero sobre los labios, repitiendo la orden. Entonces Smith le asestó un fuerte codazo en la quijada, mareándolo.
-¡No lo vio venir! – le dijo riendo Il Freddo, desde su puesto.
-¡Imbécil! – exclamó el guardia, luego cortó la soga de Smith y lo arrojó sin darle su llavero.
-¡Imbécil! – exclamó el guardia, luego cortó la soga de Smith y lo arrojó sin darle su llavero.
Smith cayó sobre la arena, sobre la que giró apenas la tocó, reduciendo casi por completo el efecto de la caída. Luego se levantó y observó cómo los helicópteros se alejaban, esparciendo a los últimos criminales que seguían en ellos.
Isaura salió a la orilla y caminó unos cuantos pasos sobre la suave arena. A su alrededor sólo pudo observar matorrales y árboles de clima playero. Lavó su rostro con aguas blancas, que encontró justo delante en una especie de laguna, rodeada de plantas. Se desprendió de su bolso, para abrirlo y observar lo que su kit contenía, pero entonces pudo ver a El Caña cerca de donde ella estaba, así que tomó su bolso y se levantó para alejarse, no tenía intención de luchar contra nadie.
Pero de los arbustos salió el Doctor Holmes, que la golpeó con una roca en la sien y la derribó boca arriba. Rápidamente se sentó sobre el vientre de ella y le asestó dos pedradas en el estómago. Acto seguido, soltó la roca y la comenzó a ahorcar con una mano, mientras que con la otra comenzó a desabrocharse el cinturón.
-¡Tenemos acción! – gritó Mr. Rogers. Sus amigos aplaudieron, pero Casey se cubrió la boca con las manos, mientras rogaba por un milagro, quería que la chica se salvara de aquel doctor sádico.
-¡Cámara 140-A! – ordenó Junior, como si se tratará de cantar los números de una partida de Bingo- ¡Y usen un buen acercamiento! ¡Rápido!
-¡Cámara 140-A! – ordenó Junior, como si se tratará de cantar los números de una partida de Bingo- ¡Y usen un buen acercamiento! ¡Rápido!
BlackJASZ
-Capítulo 1