viernes, 10 de septiembre de 2010

LA PROMESA: LA LEYENDA DE ZUBERI - 4

Capítulo 4: De cómo Zuberi conversa con Ramla, El Adivino.


A pesar de lo alto que era Zuberi, no alcanzaba el techo(Nawvlee ni siquiera lo rozaba cuando estaba de pie, sobre dos patas), así que tomó la antorcha y se adentró en la cueva en la única dirección posible. Finalmente llegó a lo que supuso era la salida: un agujero en una pared, de aproximadamente un metro de ancho. Como pudo, se arrastró por ese oscuro camino.

Zuberi descendió, dobló hacia los lados, ascendió y volvió a descender siguiendo la única ruta existente. Durante un par de horas se limitó a deslizarse por aquel espacio tan pequeño, mientras reflexionaba.

¿Cómo había llegado Nawvlee hasta aquel lugar, si sólo existía ese conducto tan pequeño? ¿Porqué no pudo oír los pasos de la bestia acercándose cuando puso su oído sobre la tierra? ¿Y cómo desapareció al morir, si es que realmente estaba muerto? Definitivamente tenía que ser un demonio o alguna extraña especie de espíritu maligno. Además, estaba la misteriosa aparición de la enorme cola y los cuernos gigantes. Y que estos últimos le hicieran perder su propio balance mientras luchaban. ¿Acaso no podía controlar estos fenómenos en su cuerpo? Haya sido o no un demonio, tal como había dicho, había algo más detrás de todo aquello.

Así siguió avanzando hasta que vio una luz a lo lejos, descendiendo. Se había encontrado con un deslizadero bastante ancho y alargado.

-Bien. No queda de otra.

Y se lanzó. Casi sin tocar los bordes del conducto, cayendo a una velocidad sorprendente.

-¡DEMONIOS!- gritó desesperado.

Juntó sus párpados, pues sabía que pronto acabaría el camino y caería donde fuera que iba que caer. Sintió durante unos segundos que volaba y luego golpeó contra una suave superficie. Estaba vivo. Abrió los ojos y se levantó. Tenía frente a él una enorme puerta de madera antigua, con grandes letras talladas en su dintel, Zuberi leyó:

-"Primera Visita: El Futuro". ¿Futuro?- repitió.

Vio a sus pies y descubrió que había caído sobre un montón de paja y flores secas. Sonrió a su suerte y después se rindió a su curiosidad: le dio suaves golpes a la magnifica puerta de madera.

-Adelante- le respondieron desde adentro- Te estoy esperando.

Zuberi empujó con fuerza la puerta, pero estaba bloqueada por grandes piezas metálicas. Se le ocurrió revisar entre la paja y las flores, y encontró un viejo martillo.

-¿Con esto será suficiente?- se preguntó.

Y atacó la pieza metálica mas cercana que tenía y el mango de la herramienta se astilló. Entonces se lo arrancó y comenzó a golpear las piezas con el pequeño y oxidado mazo, que le permitió romper todos los sellos. Finalmente tiró el objeto que usaba y empujó la puerta, algo cansado, y aquella vez sí abrió.

Se encontró frente a una habitación bastante pequeña. Sólo había una mesita, dos sillas, y en el fondo habían dos cortinas idénticas. De una de ellas salió un sujeto. Era de estatura y edad media, moreno y de ojos azul claro. Llevaba una perla marrón adornando su frente y vestía de forma extraña, pues vestía como un hombre, pero al mismo tiempo llevaba prendas de mujer.

-Siéntate- le invitaron con una suave voz afeminada-, joven Zuberi.

Éste no hizo caso y se quedó de pie.

-También puedes permanecer de pie si gustas.

Y el locutor se sentó.

-¿Cómo sabes mi nombre?- preguntó Zuberi.
-Soy adivino.
-¿Adivino?¿Cómo que adivino?
-Sé lo que sucederá en el futuro. Aunque no recuerdo nada del pasado, pero eso no tiene nada que ver con esto...
-Interesante- dijo Zuberi, incrédulo.
-No pretendo que me creas. Tampoco te hablaré sobre tu futuro. Sin embargo debo darte algunas explicaciones e indicaciones.
-¿Quién eres?
-Mi nombre es Ramla.
-¿Ramla?- repitió Zuberi.
-Así es. Mi nombre significa "Adivino".
-Bien. ¿Y qué es lo que tienes que decirme?
-Bienvenido a mi hogar, llamado "Primera Visita". Ésto se debe a que cuando viene alguien, es nuestro visitante, y debe recorrer cada estancia. Todas son denominadas "Visitas" y en total son siete.
-¿Debo recorrerlas todas entonces?
-Es la única forma de salir de aquí. Además, al final de este viaje encontrarás aquello que buscas.
-¿Comida?
-No, lo que en realidad buscas. Todo esto está regido por los Grandes Espíritus. Pero el camino a ellos no es sencillo. La entrada a su mundo está guardado por las "Visitas". En cada una de ellas te encontrarás con un anfitrión.
-Me temo que no estoy entendiendo del todo.
-Escucha: lo que encontrarás no son personas normales. Somos "Las Encarnaciones". ¿Ves esta perla en mi frente? Todas Las Encarnaciones tienen una, nos diferencia de humanos ordinarios. También los Espíritus la tienen. Si pasamos muchos tiempo fuera de nuestros hogares o nos sacudimos nuestras obligaciones y modo de vida, la perdemos y nos convertimos en hombres y mujeres normales. Somos representantes de reglas, valores y características que rigen la vida de los seres humanos.
-Entonces, ¿son ustedes de las que tanto nos habla Imamu?- al mencionar el nombre del anciano, Zuberi tomó asiento- ¿Las que nos brindan ciertos dones especiales que nos definen?
-Exactamente. El guía espiritual de tu aldea les ha dado una leve noción sobre nosotros. Elegimos a quienes darles nuestras habilidades y a quienes no. Yo, por ejemplo, me encargo de otorgar eso que ustedes llaman "sexto sentido", "clarividencia", etcétera, etcétera. En fin, tú has venido aquí porque era tu destino, era tu futuro. Y eso es lo que yo represento. Como te dije, conozco lo que sucederá a cada ser viviente, desde la más pequeña semilla hasta el más poderoso de Las Encarnaciones.
-¿Controlas tú el futuro de todos?
-No, sólo sé lo que sucederá.
-¿Y qué será de mí?
-Ya te he dicho que no puedo contar lo que preveo. Me está prohibido hablar de lo que veo venir.
-Qué poco práctico. ¿Y esa es toda tu habilidad?
-No, sé hacer algunos truquitos- Ramla le sonrió al visitante y le guiñó el ojo-. Te los puedo mostrar si gustas.

Y extendió su mano sobre la mesa, hacia la de Zuberi. Éste se levantó súbitamente.

-¡No estoy aquí para juegos!- se quejó.
-Tampoco yo- contestó Ramla, simulando seriedad-. Bueno, volviendo al tema: Cada Encarnación deberá entrenarte o enseñarte algo, pues estamos aquí para ayudarte, o esa era la idea.
-Me alegra saber eso- apuntó Zuberi.
-El problema está en que algunos querrán enseñarte de la peor manera. Así que deberás andar con cuidado.
-Sí, me parece que Nawvlee es un buen ejemplo de eso...
-¿Nawvlee? Bueno, mi tiempo contigo se acaba, lastimosamente. Deberás cruzar la cortina que está a mis espaldas.
-Mi pueblo se muere de hambre, no puedo pasar mucho tiempo aquí. ¡Necesito llegar al final de esto pronto!
-No desesperes muchacho, y te garantizo éxito.
-Está bien. Muchas gracias, Ramla.
-Espera. Aún hay un pequeño detalle más. Cada uno de nosotros debe darte un regalo para tu travesía.Yo te ofrezco esto.

Y sacó de debajo de su mesa un extraño objeto. Era pequeño, ligero y plano. Zuberi se asomó en él y encontró algo interesante que jamás había visto: su reflejo.

-¿Qué es esto?- preguntó.
-Se llama espejo. Te doy este obsequio para que cuando más lo necesites, recuerdes quién eres en realidad.
-¡Qué extraño! Supongo que gracias.

Ramla sonrió, rompió su franela, hecha de piel, y se la tendió al joven, le dijo "esto protegerá cualquier cosa que cubra, es parte de mi ofrenda", y con ella Zuberi armó una bolsa que amarró a su espalda, con el espejo dentro. Después el visitante dio las gracias nuevamente y cruzó la cortina.





BlackJASZ

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Todos los derechos reservados / All rights reserved

Mapa de Visitantes: SI, USTED ESTA AQUI!!!