miércoles, 25 de agosto de 2010

LA PROMESA: LA LEYENDA DE ZUBERI - 3

Capítulo 3: De cómo Zuberi se enfrenta a Nawvlee

Zuberi se echó hacia atrás, alejándose de la enorme bestia. Aunque no estaba asustado, a pesar de que no disponía de ningún tipo de arma para defenderse del monstruoso ser, se encontraba algo debilitado aún y no podía ver muy bien.

-Bien-susurró el joven-, si tengo que pelear contigo, tendrá que ser rápido.

La criatura arremetió contra el hombre, pero éste saltó hacia un lado, esquivándolo. La bestia exhaló un gruñido de ira y corrió hacia el joven. Zuberi volvió a apartarse velozmente.

-Esto parece un rodeo- se mofó mientras recuperaba el aliento.

Mas parecía que él no era el único con sentido del humor. En la coronilla de la bestia comenzó a aumentar de tamaño el magnifico par de cuernos, volviéndose cada vez más increíbles. La criatura se veía más mortífera cada segundo. Entonces ésta atacó al joven con sus mejoradas armas, cada vez más grandes.

El joven se agachó y rodó hacia un costado. Cada vez sus ataques eran más certeros, o más bien Zuberi se volvía más lento.

-Definitivamente necesito un arma- susurró, exhalando con dificultad.

La bestia detuvo sus estampidas y se irguió con aire triunfador. Sus cuernos seguían aumentando de tamaño.

-¿Y ahora qué?

El animal simuló sonreir y luego con lo que parecía una mano derecha con garras golpeó el suelo y de éste brincó un hacha con un mango bastante alargado. Entonces los cuernos dejaron de crecer y le salió una cola proporcional a su tamaño. Pronto de su boca emanaba rabiosa espuma.

-Esto no se va a poner nada bonito- se quejó Zuberi, colocando la antorcha en el suelo.

No tenía cómo defenderse de aquella criatura. Aún así alzó sus puños y se preparó para lo que pudiera suceder.

La bestia rió. Burlándose del hombre.

-¿De qué crees que te ríes?- preguntó Zuberi sin esperar respuesta alguna.
-Me caes bien- le respondió el animal con voz ronca pero resonante-. Eres bastante ágil y rápido. Pero eso no es suficiente, no sabes luchar.
-Ya era bastante sorprendente ver a una criatura como tú, pero además hablas. ¿Qué demonios eres?

El infernal ser rió en tono sarcástico y luego explicó:

-Tú mismo lo has dicho. Soy un Demonio.

Dio media vuelta y le señaló una perla negruzca en su nuca, luego le dijo:

-Esta joya ubicada aquí nos identifica. Todo Demonio la tiene. Mi nombre es Nawvlee. Mi hermano me mandó a llamar de La Tierra de los Muertos. Sabía que estaba aburriéndome allá, así que me trajo para jugar un poco. ¿Cuál es tu nombre, humano?
-Soy Zuberi. ¿Y se supone que estás jugando conmigo?
-Hasta ahora.

Sonrió y corrió hacia Zuberi, lanzando firmes hachazos contra éste. El joven se esforzó en esquivarlos como pudo, hasta que la pared evitó que se echara hacia atrás. Se agachó y el demonio dejó de batir el arma y le lanzó un zarpazo con las garras de sus patas, mas sólo le causó una pequeña herida en la mejilla derecha.

Nawvlee levantó el hacha y lanzó un fuerte ataque contra el hombre, pero éste se apartó y el arma quedó clavada en el suelo. La bestia no pudo sacarla, así que volvió a luchar con sus armas naturales. Zuberi lo tomó por la cola e intentó derribarlo, pero en ésta crecieron numerosas espinas de gran tamaño y el hombre se vio forzado a soltarlo. El demonio atacó con golpes, patadas, mordiscos y coletazos, y el joven sólo podía seguir esquivando, sin conseguir acercarse al único arma que había cerca.

-Aunque no podrías sacarla de allí, no te permitiré tocarla- comentó Nawvlee y rió mientras lanzaba más zarpazos contra el joven.

Logró hacerle una herida más en la otra mejilla y sonrió. Se detuvo y le dijo:

-Estás empezando a cansarte.

Pero cuando Zuberi lo vio detenerse, corrió hacia el hacha, Nawvlee intentó atravesarse, mas el joven le asestó un poderoso y certero golpe en el estómago, sentándolo. Tomó el hacha y tiró de ella cuanto pudo, y extraordinariamente consiguió sacarla de la tierra. Sin embargo el Demonio había logrado incorporarse y le golpeó fuertemente, enviando al joven lejos. Acto seguido, tomó el hacha del suelo y exclamó:

-Admiro tu fuerza. Es increíble. Lástima que aún eso no es suficiente. Ahora, debo matarte.

Una vez más elevó la pesada pieza metálica sobre sus hombros, la alzó todo lo que pudo, decidido a acabar con Zuberi, que permanecía tirado en el suelo, intentando levantarse.

-Nos vemos en un rato.

Pero justo cuando estuvo a punto de atacarle, sus cuernos aumentaron fugazmente de tamaño y perdió el equilibrio, cayó de espaldas y el hacha quedo clavada junto a él. Los cachos de Nawvlee continuaron creciendo y su peso no le permitió levantarse más.

Poco después, Zuberi consiguió ponerse de pie y se acercó al hacha.

-Vamos- susurró el humano-, un poco más y lo conseguiré.

Tiró del arma con todas las fuerzas que le quedaban y la arrancó del suelo. Luego se acercó lentamente al demonio y le dijo:

-¿Me dijiste que tu nombre era Nawvlee cierto? Eso significa "Gran Demonio". Pero pensándolo bien, "grande" sólo son los cachos que te pusieron.

Con mucha dificultad alzó el hacha y, usando el peso de la misma, la dejó caer, decapitando a la bestia gigante. El demonio desapareció y el arma quedó clavada donde estuvo su cuerpo. Zuberi se sentó sobre el suelo y agradeció su fortuna, aún sin entender porqué había pasado lo que pasó. Pero, ¿ya qué importaba? Nawvlee estaba muerto y el joven podría descansar. Apoyó su espalda contra el hacha y cayó dormido.




-¡Adwar!
-Abrafo- contestó alegremente la guerrera-, si vas a invadir mi terreno, al menos no llegues gritándome.
-¡Mujer estúpida! ¿Cómo te atreves?
-Te dije que no rompieras las reglas.
-¡No te debiste entrometer en mis asuntos!
-No. Son los asuntos de todos. Nada de esto habría sucedido si respetaras las reglas y no fueras un traidor.
-¡Voy a matarte!

Abrafo mostró su magnífica y poderosa espada y caminó velozmente hacia Adwar. Ésta no movió ningún músculo. Cuando el verdugo se dispuso a atacar a la mujer, apareció una figura femenina muy hermosa y lo interrumpió tomándole de ambos brazos:

-Detente Abrafo.
-No te entremetas, Malaika.
-Sabes que no debes luchar contra ella.

El hombre se soltó y guardó su arma. Luego las vio a ambas con odio y marchó fuera de la habitación de Adwar, mientras decía:

-Todos ustedes son iguales. Pagarás por lo que hiciste, Adwar. Ya verás...

Cuando se hubo marchado, la guerrera le habló a la recien llegada:

-¿Ahora está de moda salirse de sus lugares para irrumpir en el mío?
-Gwala me pidió que viniera- contestó Malaika.
-No me extraña viniendo de ese cobarde. ¡SAL GWALA!

Un hombre de armadura plateada se asomó desde la entrada, tímidamente, y dijo:

-¿Qué sucede, mi vida?
-Más les vale a todos dejarme sola, o los asesinaré. Éste es mi espacio.
-También es el hogar de Gwala- reclamó Malaika.
-¡FUERA LOS DOS!

Malaika desapareció y el hombre se escabulló entre las sombras.

-Vamos a ver de qué eres capaz, Zuberi- susurró Adwar mientras esbozaba una cruel sonrisa-. Aún te quedan muchas pruebas por superar.




BlackJASZ

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Todos los derechos reservados / All rights reserved

Mapa de Visitantes: SI, USTED ESTA AQUI!!!