lunes, 31 de agosto de 2009

Cuento No. 6 - El Hotel de los Muertos


Era un viernes a las tres de la madrugada, cuando un gato negro como el azabache observaba una extraña escena en el cementerio. Un solitario sujeto arrastraba los pies, dejando marcas en la tierra. En su mano derecha llevaba una vieja y corroída pala. El excesivo uso la había deteriorado, pero aún cumplía con su función y lo haría por muchísimo tiempo más. Sobre su hombro izquierdo reposaba un bulto de considerable tamaño. Una persona normal se agotaría rápidamente cargando con tanto peso, pero este sujeto era especial. Al parecer, tenía una fuerza extraordinaria.

El gato abrió ampliamente sus ojos (que eran rojo escarlata), bajó del árbol en el que reposaba y fue tragado por la espesa neblina.

La mayoría de las lápidas se mantenían erguidas ante la tenebrosidad de la hora, otras hacía tiempo que habían decidido descansar sobre la grama. El lugar estaba abandonado, y el único visitante que había recibido en años era aquel singular sujeto.

El visitante de la noche descendió por una ladera fangosa, casi deslizándose. Aunque la bajada era inclinada y cargaba con bastante peso extra, el sujeto avanzaba con admirable agilidad, nada propio de alguien con un cuerpo como el suyo. Llegó al fondo del pequeño valle, donde la neblina cubría totalmente el campo de visión.



A pesar de lo que se pudiera decir, la ciudad era, en general, bastante normal. Los habitantes se dedicaban a sus quehaceres sin quejarse y cada quién cumplía con su deber eficazmente.

Era un lugar seguro, los policías se paseaban continuamente por todas partes, portando su reglamentario armamento. No había quien se atreviera a desafiar las leyes. Y aquella tranquilidad y orden eran perfectos para los turistas, que continuamente llegaban a la pequeña ciudad para descansar.


SÁBADO - 9:00 AM
La pareja alquiló una habitación grande. Llegaron en el tren de la mañana y decidieron quedarse a descansar. Pusieron su par de maletas en una esquina y se acostaron en la cama matrimonial. Estaban agotados. El viaje que hacían era excesivamente largo, así que habían decidido pasar un día en esa pequeña ciudad. Pronto se durmieron.


1:00 PM
El hambre despertó al hombre. Era un moreno de ojos verdes, de altura promedio y contextura fornida. Se sentó y apartó las sábanas. El leve movimiento despertó a su mujer. Sus cabellos eran rubios, tenía los ojos oscuros y lucía un buen cuerpo. Una pareja que llamaba la atención, incluso en aquella ciudad que ya había visto todo.

Cambiaron sus vestimentas por otras limpias y más frescas (porque hacía bastante calor), luego tomaron algo de dinero y salieron del hotel, dejando el par de maletas atrás.

Luego de comer pequeñas porciones de pizza, pasearon por las semidesiertas calles tomados de la mano.

-Mi amor- comentaba ella-, ¿te has fijado en sus ropas?
-Sí, Lillian. Un poco llamativa su moda.
-Dirás retro.
-Cada loco con su tema amor, si aquí está de moda pues bien por ellos.

Ella sonrió y luego preguntó:

-¿Qué te parece si vamos de compras?


3.00 PM
El único tren que usaba aquellas vías hacía su quinta parada en la pequeña ciudad. Luego partía de nuevo y hacía su sexta y última parada siete horas más tarde. Sólo un hombre se apeó. Éste tenía más de cincuenta años y su cabello se estaba poniendo pálido con el paso del tiempo. Ya estaba cansado del viejo tren. Levaba una maleta forrada de terciopelo verde oscuro.

-¡Dios, qué calor hace!

Entró en la terminal de trenes a tomar un pequeño aperitivo, probablemente un refresco, y luego continuaría con su viaje.

-Señorita- le decía a una joven que atendía en una vitrina sucia-, ¿me vende un refresco por favor?

La muchacha sacó un refresco de uva y se lo despachó al hombre. Éste lo bebió de un sólo trago. Después se fijó en la joven. Era hermosa, pero tenía una mirada examinadora. Y extraña.

-Jamás había escuchado de esta marca de refrescos.
-Es de aquí- contestó ella-. Sólo nosotros lo preparamos.
-¿En serio? Y supongo que las uvas son de aquí mismo.
-Es lo único que se cosecha por aquí.
-Interesante. Bueno jovencita, ya me marcho. Gracias por la bebida.
-Y a usted por la visita.

El hombre salió de la terminal, pero no encontró al tren esperando afuera.

-¿Qué demonios?

Volvió hasta donde se encontraba la señorita y le preguntó:

-Disculpe, el tren en el que vine ya partió y no pude alcanzarlo. ¿Sabe usted dentro de cuánto vendrá otro?

La joven sonrió y le respondió:

-Ya no vendrán más por hoy, sólo llega uno por día.
-¡Rayos! ¿Y dónde encuentro un hotel?


5.00 PM
Habían ido a comprar prendas anticuadas para ver si los ciudadanos dejaban de observarlos con mirada extrañada, pero aún así seguían llamando la atención. Decidieron ignorarles.

-Vayamos a comer helado- ofreció el hombre.
-¡Sí- aceptó la mujer-, por favor Evan!

El calor de la tarde era agobiante, así que les sentaría muy bien. El único sabor que vendían era uva, menos mal que a ambos les gustaba.


7:00 PM
Al hombre no le agradaba dejar sus cosas por ahí, fuera de su vista, así que tomó su maleta de terciopelo verde oscuro y salió de la habitación del hotel. Tenía hambre y se fue a buscar un buen local donde pudiera comer hasta saciarse, y tomarse unas buenas cervezas después.


11:00 PM
-¡Los camarones estaban deliciosos!
-Y baratos también. Valió la pena quedarnos hoy.
-Aunque si hubiésemos seguido en el tren hace horas que habríamos llegado.
-Sí, Lillian. Pero no está de más pasear y conocer un poco. Además, fue tuya la idea de quedarnos aquí.
-Y no me arrepiento de ello. Es divertido perderse contigo de vez en cuando.

Él le regaló una sonrisa maliciosa y ella se rió con un pequeño toque de vergüenza. Evan soltó su mano y cargó a la dama como años atrás la había cargado el día de su boda, antes de depositarla con delicadeza en la cama que compartirían por mucho tiempo. Lillian acarició el rostro de su esposo.

-Deberías afeitarte- dijo ella entre risas.
-Me dio fastidio hacerlo.
-Bueno, no importa. Te ves más masculino así.

Él sonrió una vez más y siguió avanzando hacia el hotel. La juguetona escena se reflejaba en unos ojos escarlata, pertenecientes a un gato negro como el azabache. El singular animal corrió entre las sombras de la noche y se sentó ante los enamorados. El hombre se detuvo.

-¡Ay, que hermoso gato!- exclamó ella, al tiempo que se bajaba de los brazos del joven moreno.

La mujer se acercó al felino, que permanecía inmóvil. Cuando estuvo lo suficientemente cerca le acarició una oreja. Su pelaje era inusualmente suave.

-No lo toques mucho- dijo Evan-, es un gato callejero.
-Pero es que es tan bello. Provoca llevárselo. ¡Mira esos ojos!

Hubo unos segundos de silencio, en los que él analizaba al animal. Luego habló:

-Sí, es hermoso.

Ambos acariciaron al gato y luego siguieron con su camino, dejándolo sentado donde estaba, inmóvil como una estatua.


1:00 AM
Unos suaves golpes la despertaron. Pero estaba tan cansada que sólo cambió de posición y tapó sus oídos con su almohada. No había nada que la molestara tanto como un buen sueño interrumpido por tonterías.


1:30 AM
-Amor, voy al baño un momento.

Evan asintió con un gruñido. Estaba molesto porque unos golpes lo habían despertado. No le dio mayor importancia ni a los ruidos ni a su esposa.


2:00 AM
El hombre moreno despertó. Estaba solo. Entonces recordó que Lillian le comentó que iría al baño. "¿Para que necesita avisarme que va a usar el baño?", pensó. Se sentó en el filo de la cama.

-Demonios. ¿Lilly?

Nadie contestó. Activó el interruptor de la luz, pero no funcionó. Estaba sudando. Notó que el ventilador se había apagado solo.

-No debe haber corriente. ¡Qué fastidio!

Buscó en su maleta un decorado velón que le llevaba a su madre y lo encendió. "Mamá no se molestará si no sabe que era para ella". Salió de la habitación. No había nadie por ningún lado. Pensó: "claro, eres el único que se pasea por un hotel a las dos de la madrugada".

Escuchó ruidos en la cocina. Definitivamente había alguien allí. Un botones comía un bocadillo nocturno.

-Disculpe. ¿Ha visto usted una rubia por aquí?

El sujeto le ignoró completamente.

-¡Hey! Estoy hablando con usted.

Sacudió con fuerza al botones. Su cabeza cayó de sus hombros y rodó hasta chocar con el refrigerador.

-FUCK- gritó Evan.

Corrió hasta la habitación más cercana y golpeó la puerta con fuerza. Una mujer muy obesa se asomó.

-Disculpe señora, hay un hombre muerto en la cocina y no encuentro a mi esposa...
-Deje de molestar, mis niños y yo intentamos descansar.
-¿Acaso no entiende lo que le he dicho?

La mujer cerró la puerta. El corazón de Evan latía fuertemente, bombeando por sus venas pánico y desesperación. Corrió hacia la cocina. La cabeza aún permanecía en el suelo y el cuerpo seguía de pie, tal cual los había dejado. Descolgó la bocina del teléfono y llamó al hospital de la ciudad. Nadie contestó. Llamó a la policía.

-¡Aló! ¡Policía! Estoy hospedado en el hotel de la ciudad. Hay un muerto en la cocina y no logro encontrar a mi esposa, hace rato que salió para usar el baño...
-No se sorprenda por el muerto, aquí todos lo estamos. Incluso usted debe estar muerto.
-¿De qué está hablando? Necesito su ayuda.
-No puedo ayudarlo, estoy muerto.

Evan colgó el teléfono y salió del hotel. No había nadie en las calles.

-¿Qué clase de pesadilla es esta?

Miró al suelo y encontró una maleta de terciopelo verde oscuro. Un gato negro como el azabache estaba sentado sobre ésta. Observaba a Evan con hipnóticos ojos rojo escarlata. El joven moreno se agachó para acariciarlo, pero el animal salió corriendo colina arriba. El hombre corrió tras él, no sabía para qué, pero sintió que debía hacerlo.

-¡Lillian!- gritaba desaforadamente, con esperanza de recibir respuesta pronto.

Ambos siguieron corriendo hasta que el hombre se cansó y se apoyó contra una pared. En toda la ciudad no había encontrado más movimiento que el suyo propio y el del felino. Se sentía como un desquiciado y no entendía nada. Había sudado tanto que la ropa se le había pegado totalmente al cuerpo.

El gato se perdió en la oscuridad. A Evan le llamó la atención que en esa parte de la ciudad hiciera frío, mucho frío. Alzó la vista hacia donde el animal había desaparecido. Divisó a menos de treinta metros al cementerio de la ciudad. La naciente neblina no le permitía ver más allá. Agradeció llevar el velón, pues la oscuridad era casi total. Ni siquiera podía ver la luna. Continuó avanzando hacia el "Hotel de los Muertos".


3:00 AM
La noche no termina aquí. Las manecillas del reloj siguen avanzando.


Continuación: http://blackjasz.blogspot.com/2009/09/cuento-no-7-el-sepulturero.html

Black JASZ

7 comentarios:

  1. Oh! Muy "El Resplandor" con "Cementerio de Animales" y "Salem's Lot". Jajaja.

    Muy bien, Jisus. Ya quiero saber lo que ocurre luego. :)

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  2. JAJAJAJA MUCHISIMAS GRACIAS!!!!! Pero al menos espérate a que le ponga la imagen al cuento, tramposa! Leyendo antes de que termine! JAJAJAJA Por cierto! Lee el post que publique antes ;)

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  3. Mira cara de bola! Tus benditos finales... hay una parte donde dices mucho este xD ymas nada te amo negrito!

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  4. Cara de ... tu! JAJAJA (L) Fixed ;) Thanx Fuchaaa! :D

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  5. oh.. me gustaaaa... aunque creo q en este dejas menos a la imaginacion.. es diferente pes.. terminalo =)

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  6. bueno mientras siga gustando a mis adorados lectores, esta bien por mi ;) XD Pronto pondre el final!! :)

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  7. Me encantoooooo!! ♥ como todas tus historias :) t kierooo ♥

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