domingo, 14 de noviembre de 2010

LA PROMESA: LA LEYENDA DE ZUBERI - 12

Capitulo 12: De cómo era el aliento de Bbwaddene

Y fue precisamente Bbwaddene quien atacó primero: veloz como un rayo, se abalanzó sobre Zuberi, pero el hombre ya estaba preparado. Sus reflejos le llevaron a saltar hacia un lado, esquivando la feroz dentadura del animal. La bestia se rió y lanzó un zarpazo, mas el joven brincó hacia atrás y corrió de vuelta por el camino que lo había llevado hasta allí. Sin embargo él no huía, esperaba que la negra criatura le acompañara, para enfrentarla lejos de Agwang, que por alguna razón, el guerrero sabía que no les seguiría.

Corrió varios minutos, doblando en las esquinas hasta perderse. Cuando no supo dónde se encontraba, se detuvo. Había dejado atrás a su perseguidor y no le oía acercarse. Frente a sus ojos se erigía un gran árbol, de mucho mayor tamaño que los demás. Y estaba éste rodeado de espacio suficiente como para luchar. Al ver todo eso, Zuberi decidió que era un buen lugar para enfrentarse a la bestia que le rastreaba, así que clavó la lanza en el suelo y sacó la espada de Abrafo, esperando la llegada de su enemigo.

Sólo se podía escuchar el silencio, pero el hombre sabía que le estaban observando. Varias gotas de sudor recorrieron su frente. El calor era inconmensurable, se acentuaba más que nunca. Zuberi sonrió al vacío, y luego aquel enorme perro saltó desde la oscuridad, alargando sus garras. El joven las esquivó como pudo y agitó su espada hacia una de las poderosas patas, logrando un pequeño corte, al tiempo que recibía un golpe de la otra extremidad delantera. Rodó varios metros y luego se puso de pie nuevamente. Observó cómo uno de sus costados y parte de sus brazos sangraban. Pero no le importó mucho, no perdería contra aquel ser. Bbwaddene se lamió la herida, que curó al instante, acto seguido le esbozó una sonrisa al visitante.

-¡Qué buen sabor tiene esa espada- exclamó-! Parece que ha probado mucha sangre antes.

Zuberi apretó el mango de su arma, miró a los ojos al gran cánido, y le dijo:

-Espera a que su filo vuelva a probar la tuya, amigo.

Y corrió hacia la bestia, que abría su hocico, dejando salir un olor acre, a muerte y sangre seca. Bbwaddene le lanzó un alargado mordisco, pero el joven se arrojó al suelo, giró sobre su espalda y enterró la punta de la espada en uno de los tobillos del animal, que rugió ferozmente, mientras caía sobre ese lado.

Rápidamente Zuberi saltó sobre el animal y subió en su lomo escalando, al tiempo que esquivaba los zarpazos de la pata sana. Cuando llegó arriba levantó su espada una vez más y lanzó una estocada hacia la nuca del perro, pero éste se sacudió, arrojándolo lejos. Luego la gran criatura lamió su herida, mientras el joven se volvía a poner de pie.

Ninguno de los dos estaba gravemente herido, pero el joven estaba comenzando a cansarse. Se escabulló entre los árboles, buscando un lugar más tranquilo.

-No puedes esconderte aquí- aulló el perro-. Es mi hogar. Además, puedo sentir tu olor y, más aún, el de esa espada.

Zuberi siguió avanzando por los oscuros senderos, hasta que se le ocurrió algo.

-Sé que estás por aquí- sentenció el animal, olfateando el suelo, siguiendo la esencia que había dejado el joven, pocos segundos antes.

El gran animal avanzó rápidamente entre los anchos caminos, sin despegar la nariz del suelo y sin borrar su sonrisa burlona. Sabía que el sujeto estaba cerca y que había dejado de correr. Y así se dejó guiar hasta que el rastro tropezó con las salientes  raices de un árbol. Confundido, buscó detectar el aroma de la espada: alzó su mirada hacia la copa, pero de ésta ya estaba cayendo Zuberi, que aterrizó sentado sobre el lomo del animal. Comenzaron a forcejear, mientras Bbwaddene brincaba en varias direcciones y se arrojaba deliberadamente contra los enormes troncos.

-¡Bájate!- gritaba furiosamente.

El joven se aferraba con una mano al pelaje, mientras que sostenía la espada con la otra. Su determinación era extrema, no iba a desistir antes que el animal. Recibió varios golpes al chocar contra los negros árboles, pero no se soltaba. Uno de los impactos fue en el brazo con el que sostenía el arma, que se le cayó al instante, así que usó ambas manos para sostenerse.

Finalmente Bbwaddene se agotó, y cayó de lado, aplastando una de las piernas de Zuberi. Ambos comenzaron a jadear. Aún sin mucha energía pero con su habitual fuerza bruta, el joven se liberó como pudo y buscó con ansias la espada. El perro comenzó a levantarse, pero el hombre consiguió su arma. Entonces le llegó el olor a sangre seca, y giró hacia donde estaba el animal, que le lanzaba feroz mordisco. Apenas le dio tiempo al joven de saltar, pero le incrustó el filo en la parte superior del hocico del cánido, que lo atropelló, estrellándolo contra otro árbol. Y allí quedó atrapado, entre el hocico y el árbol.

Ambos seres gritaban por el dolor, pero la herida del perro era de muerte, y muy poco pudo hacer mientras Zuberi enterraba su arma más y más profundamente. Cuando sólo se asomaba el mango entre el pelaje y la sangre, finalmente falleció la bestia. Al haber eliminado con ella a un Espíritu, el visitante supo con certeza que aquel arma no era nada común.

El joven tomó con ambas manos  unos mechones del pelaje del animal y los haló con fuerza, hasta que consiguió soltarse de la trampa que lo había apresado. Tosió, pero pronto retomó el aliento y su corazón volvió a su ritmo cardíaco. Entonces observó a la bestia, cuyos ojos se habían vuelto rojos, bañados con su propia sangre, y pensó: "aún después de muerto, tu mirada sigue siendo fiera". Un humo oscuro comenzó a brotar lentamente de su hocico.

Zuberi no quiso ver más. Se levantó y trató de recuperar su espada, pero, a pesar de lo extremadamente fuerte que era, no consiguió retirarla del cadáver, así que se resignó.

Alzó la vista hacia el frente y respiró hondamente. Debía buscar a Agwang, que estaba cerca. Podía sentir su presencia.




BlackJASZ

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Todos los derechos reservados / All rights reserved

Mapa de Visitantes: SI, USTED ESTA AQUI!!!